domingo, 18 de noviembre de 2018

DE ROLLO NADA

    Mi hijo, 6 años, me dijo: "tienes que leer estos libros porque cuentan historias disparatadas". Claro, yo me leería casi cualquier cosa que me hijo me recomendase pero si encima usa el adjetivo "disparatadas" me las leo, más que nada, con la intención de saber si lo ha utilizado bien, la deformación profesional es lo que tiene.

     La RAE, mi fuente siempre, y ahora que se puede consultar por el móvil (www.rae.es) más, recoge tres acepciones para este calificativo:

1. adj. dicho de una persona: que disparata.
2. adj. Contrario a la razón
3. coloq. terrible (muy grande).

"Disparatar": decir o hacer algo fuera de razón y regla.

Pues resulta que lo ha empleado bien. A él las cosas disparatadas le encantan, le provocan mucha risa. Le divierten.

     El Rey Rollo es, evidentemente, un rey (con su corona y todo) y como es un Rey, y no un Príncipe, es un adulto. Un adulto que hace cosas de niños, por ejemplo, rechaza el momento de ir al baño; sigue proponiendo una cosa detrás de otra aunque le hayan dicho que no; no se sabe atar los cordones de los zapatos; rechaza a otros con los que luego resulta estar encantado jugando...


     Rey Rollo es un adulto y, claro, no vive con sus padres, pero la cocinera y el mago encubren un tanto esos roles. 






      A mí también me ha gustado Rey Rollo y también os lo quiero recomendar. Primero, por supuesto, porque cuenta historias disparatadas.

       Segundo, porque me pasa lo mismo que con otro libro-objeto famoso del autor Ahora no, Bernardo (donde al hijo, Bernardo, se lo come un monstruo por la falta de atención de sus padres). Me recuerdan sus dibujos naif y coloridos, me lo traen a la memoria las lecciones que implícitamente Rey Rollo nos da a los padres. Por ejemplo en Rey Rollo y el baño, el protagonista prolonga y prolonga la hora del baño; la cocinera se cansa de llamarlo a voces, gritos que no sirven de nada; y el mago hace un truco, pide por mensajería que le lleven un barquito. Rey Rollo no se va a dar un baño, pero se mete rápidamente en la bañera. Los mayores tenemos recursos, otros recursos, y a veces nos olvidamos de ello.

        Tercero, porque David McKee nos hace un guiño a todos los que tenemos que encargarnos de las labores del hogar, son tediosas y solo un encantamiento haría que se acabasen rápido. (Rey Rollo y los platos).

         Cuarto, porque nos recuerda las dificultades que sienten los niños (Rey Rollo y los zapatos nuevos)  y lo felices que están cuando superan un reto.

         Quinto, la animalización del gato es un recurso estupendo en todos los volúmenes.

          Y sexto, y no menos importante, porque tienen un tamaño ideal para llevarlos en el bolso. De tal manera que no siempre tenemos que entretenerlos con el móvil, a veces, algunas veces, hay otros recursos. (A mí me entretenían con los cuentos troquelados).

           Por cierto, con Rey Rollo y la búsqueda me siento muy identificada, ¿tendré que hacérmelo mirar?

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NOTA. David Mckee, el autor, es muy conocido en este mundo del álbum ilustrado y la LIJ por Elmer, el elefante de colores. En estos seis minilibros, él gran maestro del álbum ilustrado, también están presentes los distintos niveles del lector, en función de su competencia lectora.



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