domingo, 1 de diciembre de 2019

ZAMORA, AMOR entre la Z y la A.


Llegamos lloviendo, ahora llueve ahora no llueve, pero eso no nos quitó la intención de irnos a la zona de los Lobos y pedirnos dos sí y uno,
no (pinchos morunos picantes o no picantes). De ahí a los Caballeros a por las mixtas. Tan ricos los unos como las otras, riquísimos, y bien de precio. Combinación ideal. Antes de comer, todo hay que decirlo, de camino a los Lobos, nos surtimos en una librería, “La Ruta Románica zamorana” un cómic infantil y unas leyendas de la zona. También aprovechamos para ver la exposición acerca de Claudio Rodríguez en la Biblioteca Central. Y después de comer, dimos un pequeño paseo y a dormir.




Palacio de los Momos

Museo del Prado en una plaza de Zamora


            



             A la mañana siguiente, un desayuno opíparo y a la Plaza Viriato, donde está el Parador, para hacer la excursión de la Zamora románica. Con Eva, la guía. Estupenda. Amena y conocedora de su tierra. Empezamos entonces conociendo a Viriato, la bandera, la “seña bermeja” y las curiosidades de la plaza.












            Rúa de los Francos adelante, parada en la panadería para conocer los dulces artesanos de la zona (ricas ricas las miniaceitadas, pero los MOJICONES no le van a la zaga), y empezamos con la ruta románica propiamente dicha. Iglesia de la Magdalena y un largo etcétera, ya se sabe que en Zamora hay veintitrés iglesias románicas. En la de la Magdalena llama la atención, además de la puerta de entrada, el sepulcro de una mujer poderosa a juzgar por el sepulcro, ¿una Urraca? Chi sà? Ha habido tantas Urracas... y, sin embargo, que poco explotado está el nombre, y es que “ser una urraca” no gusta a nadie, aunque los brillibrilli bien que nos gustan a todos.












            De camino a la catedral, el mirador del Troncoso, el río Duero y sus puentes; y el Rincón Poético. Poemas que hablan de Zamora y de su Duero. Saludo a la Virgen del Amor Hermoso que yo bien pensé que una Virgen con ese nombre no existía. Y la catedral, con su cimborrio de estilo francés, qué cosas y pensando que era árabe Me llamaron la atención las “teles” medievales ¡mantienen el color! Y el coro, impresionante. También hay que destacar los tapices. 
















Casa del Cid Campeador






















La "tele" medieval



















            El Campo de la Verdad, el Portillo del Traidor:

Bellidos Dolfos

Hijo de Dolfos Bellidos

Que si gran traidor

Fue su padre

Mayor traidor

Fue su hijo [...]

Así lo cuenta el Romancero y cómo muere ajusticiado en el Campo de la Verdad, atado a cuatro caballos, claro que matar al pobre Sancho con su propia espada cuando estaba defecando, tiene tela la cosa.



            Ahí se acaba la visita guiada y comienza el paseo. Oficina de Turismo y ruta de Claudio Rodríguez, hay que sacudirse el polvo medieval.


            Ya para comer, rumbo a Miranda do Douro donde hay que sumergirse en el mirandés que pariente cercano del asturiano es. Comemos por allí y ya después, la estrella del viaje: un paseo por el Duero.





















            Muy relajante este crucero. No tiré moneda al agua (Dios me libre, con lo cuidado que estaba todo) pero juro que volveré, a esa zona o a otra. Una experiencia relajante. Alejados del mundanal ruido, de la ciudad, de los automóviles, abrimos bien pulmones, aire puro. Me trajo a la memoria el viaje a Noruega y por un momento me teletransporté. Navegar por el Duero no son los fiordos noruegos. Nada que ver, pero  a mí me lo trajo a la memoria. Los organizadores, muy profesionales. Nos encantó pero se nos hizo muy muy breve.



















            Después otro pequeño paseo por Miranda y de nuevo a Zamora, a la ruta modernista y a tapear.


            El domingo, cumpleaños feliz, cumpleaños feliz... y, lo primero, la exposición DIBUJANTAS, no fuera a ser que no hubiese tiempo. Ojalá la traigan a Asturias y podamos verla de nuevo. Y tras ella, sumergirnos de nuevo en el mundo medieval: el Castillo, la casa en la que vivió Rodrigo Díaz de Vivar, la iglesia donde fue armado caballero, las Aceñas de Olivares...
























































            Literatura y arte, medievalismo y siglo XX, una combinación perfecta para un cumpleaños único. Zamora no se gana en una hora. Nos han quedado muchas ganas de volver a Zamora y recorrer sus alrededores, queda Toro pendiente, Fermoselle... ¡Grande Zamora!

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