Del mismo modo que “no te acostarás sin saber una cosa más” podría decirse que todos los días (o casi todos) existe una frase, máxime si estás rodeada de mentes despiertas. De igual manera que el alumnado recuerda cada una de nuestras frases y la aprovecha para hacernos un guiño, una broma, sacarnos una sonrisa, los profes también tenemos nuestra lista de frases.
Están
las archiconocidas frases de los exámenes, los errores garrafales que no suelen
sacarte una sonrisa sino un lamento de desesperación (yo estas tiendo a
olvidarlas, a dejarlas caer en el olvido porque no van a ninguna parte, pero
hay una del curso pasado que me cuesta olvidar. Leíamos Habitaciones
separadas, un poemario de Luis García Montero. Uno de sus poemas está
dedicado a la figura de Gaspar Melchor de Jovellanos y yo pregunté algo así
como por qué le dedica un poema a este ilustre personaje, la respuesta me dejó
fría “un señor que coincidió en la cárcel de Mallorca con los Reyes
Magos”, ahí es nada.
No son,
como digo, las frases de los exámenes las que más huella me dejan a mí.
Prefiero las espontáneas, las que salen con naturalidad, pero no las ofensivas.
Podríamos hacer colección de frases ofensivas, sin embargo, ¿para qué sirve
recrearse en ellas? Este curso me dijeron una que pensé que tendría que empezar
a ir a clase con abogado y no con guardaespaldas como a veces se dice. Las hay
muy fuera de lugar, que no responden al principio de adecuación, no vamos a
hablar ya del de educación (a los de lengua que no respondan al principio de
adecuación nos duele más, a veces, que al de la educación, porque nosotros
estamos para enseñar a expresarse, la educación debería de venir de serie, en
este caso, de casa). Borrón y cuenta nueva.
Voy a
recoger frases que me han hecho sonreír por el motivo que sea, que me han hecho
esbozar una sonrisa para que no me ocurra con una que me dijeron una vez y no
recuerdo ni quién ni cuándo. Explicando los criterios de calificación, insisto,
como es habitual en mí, en el porcentaje reservado para las lecturas, insisto,
matizo, recalco, promociono… y entonces un alumno o alumna nos dice a toda la
clase, y especialmente a mí, “antes estudio”. Acabáramos, pensé
entonces. Hay que empezar de cero.
Vamos con
la frase de este curso 21-22, la que me esbozó una sonrisa y me dio qué pensar.
Contextualizo. Estábamos ya en los últimos días del curso, cuando el alumnado
ya había finalizado sus clases y habían salido las notas de la EBAU. Uno de
esos últimos días de junio, unos tutorandos de segundo de bachillerato vienen al centro para despedirse
y desearte un buen verano. Vienen felices porque la tortura ha tenido su
recompensa y sueñan con entrar en esa carrera… El caso es que hacía calor y
salimos al patio, aproveché la coyuntura para guardar unas cosas en mi
utilitario. Fue entonces cuando el sujeto que responde a las iniciales de A.V.B
me dice:
“Profe, una chica sencilla y de
barrio como tú,
menudo coche se gasta”.
Sigo riéndome al recordarla. (Del cochecito ya hablaré más adelante que me tiene contenta).
No se vayan todavía. Aún hay
más. Continuará.