Hoy he recibido una paga extraordinaria, tan extraordinaria
que te la dan cuando menos te lo esperas, tan extraordinaria que te cambia la
vida, tan extraordinaria que con ella no te podrás comprar nada pero sí te
permitirá viajar, te permitirá, al menos la que me han dado a mí, realizar un
viaje. Un viaje al pasado, al presente y al futuro. Un viaje a tu interior. Hoy
(y no importa cuándo sea “hoy”, deíctico arriba o abajo, el “hoy” no importa)
me he encontrado, me ha encontrado, una antigua alumna, una joven alumna, una
tímida chica que se ha acercado a mí y me ha dicho:
_Hola, sé que no te acordarás de mí, pero me diste clase…
_Hola, Teresa, claro que sí, en primero de la ESO.
_Pero, ¿cómo te puedes acordar de mí?
Ella no
daba crédito que yo la recordase, que recordarse en qué curso, en qué centro, cuánto
tiempo hacía… Yo, en cambio, no daba crédito de que ella no solo se acordarse
de mí, sino de que tuviese ganas de venir a saludarme. De tragarse su timidez
(porque yo sé que ella es una chica muy tímida) para acercarse a mí. A veces,
esos miedos absurdos son los que nos hacen que no nos saludemos unos a otros,
que parezca que el tiempo ha pasado
arrasando recuerdos y momentos entrañables.
Teresa no
solo me recordaba a mí, recordaba mis clases, y me las trajo a mí al corazón.
Me comentó que hacía poco había encontrados los haikus que había hecho en mis
clases. Entonces le vino a la memoria que yo tenía un blog donde había colgado
esos trabajos. Buscó el blog, y allí encontró ese y otros trabajos que habíamos
realizado aquel curso, aquel 2017-2018. Habló de los haikus, de Charlie y la
fábrica de chocolate, de las cartas con personajes de cuentos y de tantas
otras actividades que hasta yo misma me sorprendí de todos los trabajos que
habíamos hecho en aquel 1º de la ESO hoy lejano en el tiempo y cercano a la
vez.
Evidentemente,
yo no pude más que emocionarme. ¿Qué otra cosa se puede hacer? Alegrarse,
efectivamente. Y esa emoción y esa alegría generaron en mí una nueva ilusión,
un nuevo propósito. Se acerca sigilosamente septiembre, para los de la docencia
el mes por excelencia de los buenos propósitos, el mes en el que empieza el
año, pues los medimos por cursos (no solo nosotros, sino también los de las
promociones, empiezan todas las colecciones de los quioscos ¿o no?) y mi
propósito laboral será, por un lado, seguir cultivando ese alumnado que a pesar
de la timidez, de la vergüenza, del pasotismo desea acercarse para saludarme;
y, por el otro, el de volver al blog, pues si es un lugar de encuentro con mis
viejos/nuevos alumnos, quiero que esté como me gustaría que lo encontrasen al
llegar: limpio, ordenado, renovado, colocado, pero sobre todo, VIVO.
Hoy mismo
(debería decir “mañana” si siguiera pensando en los deícticos y en la verdad
absoluta -si esta existe-) he vuelto a abrir el blog de nuevo. He visto esas
entradas de las que ella me hablaba. Me he dado cuenta de que de aquel curso
hay muchas más entradas, muchas más que de este que acaba de pasar. No creo que
sea porque no hayamos hecho actividades diversas, no creo que sea porque no
haya hecho fotografías, creo que ha sido porque pensaba que nadie miraba el
blog, que nadie acudía a él. Teresa me ha demostrado que estaba equivocada, así
que quiero retomarlo con un poco más de fuerza. Quiero darle VIDA de nuevo,
como quiero que lo encuentre mi alumnado al volver a él.
Gracias,
Teresa; gracias a todo ese alumnado que sigue emocionándome, el de ayer y el de
hoy. Sin duda, esta es la mejor profesión.
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