lunes, 22 de agosto de 2022

La paga extraordinaria del mes de agosto

Hoy he recibido una paga extraordinaria, tan extraordinaria que te la dan cuando menos te lo esperas, tan extraordinaria que te cambia la vida, tan extraordinaria que con ella no te podrás comprar nada pero sí te permitirá viajar, te permitirá, al menos la que me han dado a mí, realizar un viaje. Un viaje al pasado, al presente y al futuro. Un viaje a tu interior. Hoy (y no importa cuándo sea “hoy”, deíctico arriba o abajo, el “hoy” no importa) me he encontrado, me ha encontrado, una antigua alumna, una joven alumna, una tímida chica que se ha acercado a mí y me ha dicho:

_Hola, sé que no te acordarás de mí, pero me diste clase…

_Hola, Teresa, claro que sí, en primero de la ESO.

_Pero, ¿cómo te puedes acordar de mí?

              Ella no daba crédito que yo la recordase, que recordarse en qué curso, en qué centro, cuánto tiempo hacía… Yo, en cambio, no daba crédito de que ella no solo se acordarse de mí, sino de que tuviese ganas de venir a saludarme. De tragarse su timidez (porque yo sé que ella es una chica muy tímida) para acercarse a mí. A veces, esos miedos absurdos son los que nos hacen que no nos saludemos unos a otros, que parezca que el  tiempo ha pasado arrasando recuerdos y momentos entrañables.

              Teresa no solo me recordaba a mí, recordaba mis clases, y me las trajo a mí al corazón. Me comentó que hacía poco había encontrados los haikus que había hecho en mis clases. Entonces le vino a la memoria que yo tenía un blog donde había colgado esos trabajos. Buscó el blog, y allí encontró ese y otros trabajos que habíamos realizado aquel curso, aquel 2017-2018. Habló de los haikus, de Charlie y la fábrica de chocolate, de las cartas con personajes de cuentos y de tantas otras actividades que hasta yo misma me sorprendí de todos los trabajos que habíamos hecho en aquel 1º de la ESO hoy lejano en el tiempo y cercano a la vez.

              Evidentemente, yo no pude más que emocionarme. ¿Qué otra cosa se puede hacer? Alegrarse, efectivamente. Y esa emoción y esa alegría generaron en mí una nueva ilusión, un nuevo propósito. Se acerca sigilosamente septiembre, para los de la docencia el mes por excelencia de los buenos propósitos, el mes en el que empieza el año, pues los medimos por cursos (no solo nosotros, sino también los de las promociones, empiezan todas las colecciones de los quioscos ¿o no?) y mi propósito laboral será, por un lado, seguir cultivando ese alumnado que a pesar de la timidez, de la vergüenza, del pasotismo desea acercarse para saludarme; y, por el otro, el de volver al blog, pues si es un lugar de encuentro con mis viejos/nuevos alumnos, quiero que esté como me gustaría que lo encontrasen al llegar: limpio, ordenado, renovado, colocado, pero sobre todo, VIVO.

              Hoy mismo (debería decir “mañana” si siguiera pensando en los deícticos y en la verdad absoluta -si esta existe-) he vuelto a abrir el blog de nuevo. He visto esas entradas de las que ella me hablaba. Me he dado cuenta de que de aquel curso hay muchas más entradas, muchas más que de este que acaba de pasar. No creo que sea porque no hayamos hecho actividades diversas, no creo que sea porque no haya hecho fotografías, creo que ha sido porque pensaba que nadie miraba el blog, que nadie acudía a él. Teresa me ha demostrado que estaba equivocada, así que quiero retomarlo con un poco más de fuerza. Quiero darle VIDA de nuevo, como quiero que lo encuentre mi alumnado al volver a él.

              Gracias, Teresa; gracias a todo ese alumnado que sigue emocionándome, el de ayer y el de hoy. Sin duda, esta es la mejor profesión.


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