En la primera entrada publicada en este blog ya me presento, soy la niña de los libros [ver en ÁLBUMES ILUSTRADOS]. Son muchas las anécdotas de mi vida que me ligan a un libro o al libro en general.
Además de esto, soy madre y profesora de Lengua Castellana y Literatura en Secundaria.
El curso pasado (2016-2017) en el cole de mi hijo nos pidieron que escribiésemos una anécdota que nos hubiese ocurrido en el año 1977 (año en que se inauguró el CP Juan Rodríguez Muñiz). Creo que esa anécdota me presenta muy bien, así que aquí os la dejo.
LA
IMPORTANCIA DE LLAMARSE...
(anécdota)
En noviembre de 1977 yo cumplía seis años; por eso, ese
septiembre, comencé al cole. ¡Con seis añitos!
Mi maestro y tutor de 1º a 8º de EGB fue Don José Rubio
Martínez, un hombre amable, serio y muy trabajador. Ese hombre alto, moreno y
de prominente nariz me llamó, POR PRIMERA VEZ, Adelia, tal cual figuraba en su
lista. Nunca nadie me había llamado así.
No sé si por miedo, respeto, vergüenza, timidez, o,
simplemente, porque me hizo sentir bien, la nena, o Deli, nunca dijo a nadie en
el cole que ella no era Adelia.
En una ocasión, años más tarde, un escritor me apabulló
públicamente por atreverme a quitar letras de mi nombre (incluso me lo pidió
para una de sus novelas, -lo debe haber olvidado-). Lo que él no sabía es que
yo prefiero encender caminos a vivir en tierras tenebrosas, y es que mi
profesor de griego del instituto me explicó que si a mi nombre le quitaba la
“A” inicial dejaba de ser Oscuridad para pasar a ser Luz.
Lo podéis encontrar en la página 19 de http://www.calameo.com/books/0051076692e28e3710d1c, dentro de http://juanrodrimu.blogspot.com.es/search/label/40º%20aniversario.
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