sábado, 17 de marzo de 2018

¡QUÉ POCO ESCUCHAMOS!




           Desconozco el mundo interior del colegio. No sé cómo mis colegas de primaria viven la docencia, y todo aquello que desconocemos, tendemos a idealizarlo. Lo que sí conozco bien es el mundo del instituto, ese es mi terreno. En él llevo desde 1996 y decir esto me hace mayor, ¡ya son muchos años!

            Estos muchos años me permiten darme cuenta de que el instituto es, a veces, y para algunos, un medio hostil. Los profesores de secundaria no disponemos del tiempo que nos gustaría para escuchar a nuestros alumnos, sobre todo, no tenemos el tiempo que ellos necesitan para ser escuchados. Siempre vamos con prisa. Ahora tengo otra clase, una reunión, que hacer un informe, fotocopias, recibir a unos padres, mandar un tokapp advirtiendo de que hay piojos, reconducir una conducta inapropiada, corregir cuadernos, preparar la evaluación, ordenar papeles, pasar faltas, diseñar exámenes varios para múltiples Necesidades Educativas Especiales, y un largo etc... Siempre tenemos algo.

            Ellos, muchas veces, los alumnos, levantan la mano educadamente para decirnos algo y nosotros, cual conejo de Alicia, siempre llegamos tarde. Si os escucho a todos, ¿cuándo explico los verbos? Pregunto al aire y el pobre baja la mano y me deja dar mi clase, a la carrera, como siempre, a ver si logro esta vez explicar la perspectiva que es un aspecto verbal al que nunca llego.

            Cuando una madre o un padre viene a verme y me dice aquello de: “ ya le expliqué  que tiene que decirte esto o aquello, pero nunca encuentra el momento”. Yo, avengonzada, quiero que me trague la tierra y comienzo a entonar el “mea culpa”. Tengo que reconocer, en algunas ocasiones, que su hijo tiene razón y que yo siempre voy corriendo y no siempre escucho todo lo que tengo que escuchar. (¡A ver cuándo se revisan nuestras horas lectivas).

            Esto de no escuchar nos pasa a todos en mayor o menor medida. Por eso como madre, como profesora y como mujer de vez en cuando me veo en la necesidad de releer Ahora no, Bernardo/Not now, Bernard. Un álbum ilustrado de David Mckee. Un álbum ilustrado de tan solo 32 páginas que nos abre los ojos.

            Bernardo es un niño que quiere decirles a sus padres que hay un monstruo en la casa, pero los ocupadísimos progenitores no encuentran momento para escucharlo. Así que el monstruo se lo come.

            Por eso cuando nuestro hijo, nuestro alumno o nuestro marido actúa como un monstruo quizá es que uno de verdad se lo haya comido, y como no tenemos tiempo para ESCUCHAR ni para MIRAR no nos damos cuenta de cuándo se ha producido esa transformación.

            Escuchar a quienes nos rodean es importantísimo. Dedicarles un poco de nuestra atención es fundamental para que ningún monstruo los engulla.

            Creo que fue Paco Abril a quien oí decir que un libro infantil es aquel que pueden leer también los niños. Ahora no, Bernardo es un libro que pueden leer también los niños pero que debemos leer y releer con asiduidad los adultos porque es necesario aprender a ESCUCHAR y también a MIRAR a quienes nos rodean.

            ¡Feliz lectura! (verbal y visual)

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