Alma Guillermoprieto: Premio Princesa de Asturias Comunicación
y Humanidades de 2018.
Este año la
galardonada con el Premio Princesa de Asturias Comunicación y Humanidades ha
sido la mexicana Alma Guillermoprieto. En torno
a ella –y a otros dos premiados- la Fundación Princesa de Asturias FPA
organizó su ya tradicional programa “Toma la palabra”.
En esta
ocasión el trabajo que se les pidió para homenajear a esta premiada, era ni más
ni menos que la confección de un periódico que hablase del municipio en el que
estaba ubicado su centro escolar. Un gran trabajo puesto que el alumnado debía
recabar la información, contrastarla, hacer imágenes, editar, diseñar y
componer un periódico. A todo esto había que sumarle que el curso comenzó el 14
de septiembre y el 2 de octubre debía estar presentado este enorme trabajo.
En nuestro
Departamento (el de Lengua Castellana y Literatura del IES Alfonso II)
debatimos mucho acerca de la idoneidad o no de este tipo de trabajos. Por un
lado, la falta real de tiempo –teniendo en cuenta que el curso acababa de
empezar-; por otro, la dificultad de tener que seleccionar a dos o tres alumnos
solamente para representar al centro.
Yo, nueva en
el IES Alfonso II, valoré mucho si participar o no. Sopesé mucho pros y
contras, pero sobre todo, creo que lo que más pesó, fue mi experiencia
anterior. La última vez que pude participar (la primera que se hacía) había
resultado ser una experiencia maravillosa y gratificante para el alumnado. Los
discentes valoraron entonces tan positiva la actividad y a mi juicio fue tan
enriquecedor el poder tener a un galardonado hablando para ellos, dirigiéndose
a ellos, a los jóvenes, a los adolescentes, al futuro. Es cierto que en aquella
ocasión tuvimos la suerte de que Leonardo Padura, el galardonado, fuese a mi
instituto de ayer, al IES Carreño Miranda. A qué centro irá el galordonado es
algo que no se sabe hasta muy cercano el encuentro.
En fin, puse
a mis alumnos y alumnas de 3º de la ESO
a trabajar, y trabajaron duro. Corrimos contra el tiempo y cual
periodistas vivimos al límite para llegar a la edición. Lo conseguimos en
parte. En un grupo, el alumnado no quiso ir más allá, y aunque algunos hicieron
sus periódicos no los hicieron siguiendo las normas de la FPA. En otro de los
grupos entregaron, siguiendo dichas instrucciones, dos periódicos, la mitad de los propuestos. En
cambio, en el tercer grupo todos los periódicos vieron la luz, cuatro. Que hace
que en unos grupos todo fluya es tema de otro artículo.
Entonces
llegó el momento más detestado. El que yo había recogido y señalado como el
desagradable: elegir al alumnado representante. Sabes que la actividad va a
resultar interesante, sabes que es bueno para todos asistir a este tipo de
actos de los que tanto podemos aprender, pero también hay que entender a la
FPA, que juega con espacios limitados y marca las bases: se seleccionarán tres alumnos/as. Eso nos dijeron en un primer
momento. El jueves 11 de octubre por la tarde encontré otro correo en mi buzón:
podía llevar a un alumno/a más.
Supongo que
todos hemos tenido que seleccionar alguna vez y que entendemos que no es fácil,
así que no hacen falta, entiendo, más explicaciones. Paso entonces, a lo que sí
considero importante: el encuentro. Los compañeros y compañera lo contaron en
clase, yo lo contaré aquí.
El lunes 15
de octubre de 2018 los cuatro alumnos y yo nos dirigimos en autobús de línea a
Mieres, concretamente al IES Sánchez Lastra, donde habría de ser el encuentro
con esta galardonada. Al entrar en el vestíbulo pudimos ver colocados sobre los
típicos pupitres escolares verdes los periódicos enviados a la FPA. Rápidamente
buscamos los nuestros. Allí nos contaron cómo iba a ser el acto y cómo y dónde
debíamos colocarnos. Leonor García sería la encargada de hacerle la pregunta y
estaría en el escenario; Pablo Fernández, quien habría de recibir el obsequio
que ella nos daría; Iyán Bermúdez, reservaría asientos para todos; y,
finalmente, Pelayo Alonso y la profesora esperarían en el hall la llegada de la
premiada para recibirla y explicarle el proceso de creación de los periódicos
Para mí, la
primera gran emoción, fue encontrarme que junto a los periódicos del IES
Alfonso, estaban los del IES Carreño Miranda y el del IES Nuevo Cangas, los dos
centros anteriores en los que he trabajado. Si la organización hubiese querido
tener un detalle conmigo no le habría salido nada mejor. Mi aquí y ahora junto
a mi ayer. (La profesora del IES de Cangas del Narcea, al presentarnos, me
felicitó por un trabajo que yo recuerdo con mucho cariño Microcuentos que arden, hablaré de él en otro post).
Después de
este inciso, y volviendo a lo que estábamos, Alma Guillermoprieto llegó puntual
y sonriendo. Saludando a los alumnos y hablando al alumnado, no tanto de cómo
habían hecho su periódico –al menos no en nuestra mesa- sino preguntándoles por
el tiempo que les había llevado llegar hasta allí, por si sus centros estaban
en mar o en costa, por sus nombres... y, claro, cuando Pelayo le dijo el suyo
ella exclamó “un nombre muy españolísimo”. “No, muy asturianísimo en ese caso”
le dijo Pelayo. Entonces quienes la acompañaban le contaron la historia del rey
Pelayo y continuaron hacia otra mesa.
Ya en el
salón de actos del IES Sánchez Lastra, Alma Guillermoprieto entró aplaudiendo a
quienes la aplaudían a ella. Siempre sonriendo. Siempre agradecida.
La
presentadora, profesora de Lengua
Castellana y Literatura en dicho centro, Mari Luz Sanz guió la entrevista que
el alumnado sentado en el escenario le haría, previa presentación de la
periodista mexicana. De esas preguntas que los jóvenes presentes le hicieron
salieron verdaderas joyas que son las que merece la pena destacar aquí, porque
muestra a la Alma Guillermoprieto que tuvimos la oportunidad de conocer, una
mujer sencilla y grande, comprometida, encantadora y humana, muy humana.
En su
primera respuesta hizo mención al dictador nicaragüense Anastasio Somoza. Nos
contó que la primera entrevista que ella hizo fue a este hombre. Ella no sabía
nada de este oficio. Recuerda haber pasado por varias estancias hasta llegar al
dictador, y recuerda también que no se había planteado cómo debía dirigirse a
él, cómo saludarlo. Cuando estuvo frente a él, Anastasio Somoza extendió su
mano para estrechársela a ella, y al ir ella a devolver el saludo la bolsa
cargada que llevaba al hombro cayó y esto la hizo hacer un genuflexión que
todas las cámaras recogieron, de tal manera que ella apareció en las
fotografías haciendo “una graciosa caravana al dictador”. Jamás yo había
utilizado el término “caravana” en este contexto y creo que fue el primer
momento en que pudimos darnos cuenta que estábamos con una hispanohablante del
otro lado del Océano y que debíamos estar muy atentos porque había mucho que
aprender. Alma Guillermoprieto representó la escena como si la estuviera
viviendo en aquel mismo momento. ¡Qué grande!
Esta
anécdota que a ella le había ocurrido sirvió para que empezase ya con sus
grandes consejos a los jóvenes. Les dijo “los
errores pasan y de ellos se aprende. Van a aprender más de sus errores que de
sus aciertos. No tengan miedo a equivocarse”. En ese momento observó que la
mayoría de las personas que estaban en el escenario eran chicas y les dijo “diganles a sus muchachos, con OS, que tienen
que lanzarse a cometer a errores”.
Después
continuó contándonos que había que reconstruir eso de que una imagen vale más
que mil palabras. “Una imagen nos
facilita la imaginación”. Una imagen no nos ayuda a comprender las
noticias. Las imágenes nos dan terror y el terror nos paraliza. El texto nos
ayuda a entender.
Confesó que
cuando estás haciendo un reportaje no sientes nada, estás tan concentrada en la
cámara grabadora que no sientes nada. Cuando te pones a escribir debes
conseguir que no pese más la cabeza que el corazón ni viceversa.
Le
preguntaron si algunas vez le habían bailado las palabras. “Las palabras me bailan siempre”, y como
en todo el encuentro, volvió a dirigirse a los jóvenes, “¿saben? Hay dos cosas que se pueden hacer cuando las palabras bailan:
dejenlo –siempre estará mañana- y otro, darle al delete”. “Una frase lleva a
otra frase, una palabra a otra palabra”.
También nos
dijo que había que combatir los clichés con estadísticas, “combatir los clichés con estadísticas es muy interesante, hay que
deshacer los clichés.”
Evidentemente
le preguntaron si le gustaban las series que hablaban sobre el narcotráfico. A
pesar de que alguno de sus acompañantes le hizo el gesto de que iban a cortarle
el cuello –ella nos lo contó a todos quienes no vimos el gesto, nos lo
teatralizó, en todo momento nos hizo partícipes de lo que allí pasaba con naturalidad,
aplastante-; pues como decía, a pesar de ello, Alma Guillermoprieto no dudó en
contestar a la joven que le hizo la pregunta y contarnos a todos lo que
pensaba.
Fue uno de
los momentos en los que el público más se hizo notar, porque ella dijo “si la marihuana no fuera ilegal, valdría lo
que vale el orégano”. Y no, no le gustan las series sobre el narcotráfico
porque idealizan esas figuras, y en su
país hay muchos feminicidios... y no, no le gustan. Lo argumentó alto y claro.
El otro gran
momento en el que público no pudo contener la risa, fue cuando sonó el timbre
de cambio de hora de clase y ella dijo “hay
un incendio”. (Así suenan los timbres de los institutos en los cambios de
hora, a incendio, a urgencia, a grito de dolor...el paréntesis es mío, claro).
La charla,
la entrevista siguió fluyendo. Su primera noticia ella nunca la vio impresa.
Aprovechó para explicarles a los adolescentes allí presentes lo que era un
teletipo, donde ella escribía sus primeras noticias. Así que ella pensaba que escribía
para un “pasquine” y no para el segundo periódico más importante de Inglaterra.
Exactamente no pudo responder a lo que le preguntaban que era cómo se había
sentido al ver publicada su primera noticia. Nunca la vio publicada.
Por supuesto,
le preguntaron por qué había dejado de ser bailarina. Nos respondió y explicó que no quiso dejar de ser bailarina
pero que no había recibido el aliento suficiente para continuar. “No les quiero engañar, fracasar es muy
doloroso, terriblemente doloroso”. Entró en el periodismo por accidente.
Siempre uno es bueno para algo. Por eso, de nuevo, vehementemente se dirigió
especialmente a las chicas y les comentó que su editor en cierta ocasión le
dijo: “Quiero que escuches bien y
repitas: si están haciendo algo y lo están haciendo bien esa no es razón para
dejarlo”. Muy importante para los jóvenes de hoy que parece que siempre
necesitan que la motivación venga de fuera, del exterior. A veces, nosotros
mismos debemos ser autocríticos y seguir luchando por lo que creemos que
hacemos bien.
Destacó que
hay mucho periodismo de inmediatez y poco explicativo. Las prisas con las que
todo en este mundo se hace fue un tema recurrente en la entrevista. Más que las
prisas, la necesidad de la calma.
Cuando le
inquirieron si era relator o intérprete de lo que ve. Lo dijo claro “no podemos ser ese robot, siempre se
interpreta... LO IMPORTANTE ES QUE TU MIRADA SEA AMPLIA”.
¿Inglés o
español? Las lenguas son instrumentos, aclaró. Declaró que llevaba cuarenta
años tabajando con ese instrumento que era el inglés; el español era para su
casa y en pantuflas. Ella había observado que el inglés era bueno para la
ironía y el castellano para el sarcasmo. Ahí queda para la reflexión.
El método
para sus crónicas: caminar mucho. Para hacer una crónica de un lugar de
Asturias, caminaría uno, dos o tres días y tomaría apuntes de los sitios que le
llaman la atención. Lo primero: la vista.
“LA VERDAD NO EXISTE... Existe lo que cada
uno de nostros puede aproximarse a una realidad.[...] Vamos a percibir un
pedacido de la realidad”. Frases así, tan universales, tan magistrales, nos
dejó clavadas en el alma Alma. Reales como la vida misma.
A mí, tan de
lleno ahora en la ilustración, me impactó y sugestionó cuando dijo que se había
apuntado a clases de dibujo para aprender a mirar lento. Contó su anécdota al
tener que pintar una obra muerta y no reparar en los cuadraditos del mantel,
porque llevaban mucho tiempo. Esa metáfora, esa necesidad de MIRAR LENTO es tan
importante en la sociedad fugaz y volátil en la que vivimos... Qué bonito que
todos hiciéramos más dibujos para aprender a mirar lento; para luchar también
con esa inmediatez que no solo se da en el periodismo sino en la vida actual
donde recibimos un mensaje y rápidamente ya estamos contestando, sin pensar,
sin reflexionar, sin valorar, sin contrastar...
La última
pregunta nos unió. Alma Guillermoprieto confesó algo que seguro que todos los
presentes ya sabíamos que uno de sus temas preferidos era la comida. Es algo
que nos une, dijo, es algo universal. Todos comemos. Es un tema realmente
universal.
(Faltan en las fotos uno de sus nuestros periódicos que la FPA nos hizo llegar ya)
Hechas las
preguntas a la homenajeada se la llevaron, y los presentes volvimos a
colocarnos junto a nuestros periódicos. Esperando su regreso, que vino
acompañado de un presente. Un tubo dedicado que contenía una copia de nuestros
periódicos.
Resumiendo,
porque me he extendido bastante, lo sé, un encuentro mágico donde la invitada
se dirigió con sencillez y humanidad a los jóvenes presentes para que
transmitieran sus palabras a los otros jóvenes que no habían podido estar.
Cargada de cariño, de emoción, de sinceridad llegó y se fue Alma
Guillermoprieto; y los presentes nos quedamos un poco más llenos, llenos de
valores, de mensajes, de emociones compartidas.
pregunta a Alma Guillermoprieto. Su respuesta sirve de titular a El Comercio
Yo habría destacado:
"Es tan fascinante el pretexto de un cuaderno y un lápiz para salir a descubrir el mundo"