domingo, 21 de octubre de 2018

PERIODISTAS CON ALMA


Alma Guillermoprieto: Premio Princesa de Asturias Comunicación y Humanidades de 2018.



            Este año la galardonada con el Premio Princesa de Asturias Comunicación y Humanidades ha sido la mexicana Alma Guillermoprieto. En torno  a ella –y a otros dos premiados- la Fundación Princesa de Asturias FPA organizó su ya tradicional programa “Toma la palabra”.

            En esta ocasión el trabajo que se les pidió para homenajear a esta premiada, era ni más ni menos que la confección de un periódico que hablase del municipio en el que estaba ubicado su centro escolar. Un gran trabajo puesto que el alumnado debía recabar la información, contrastarla, hacer imágenes, editar, diseñar y componer un periódico. A todo esto había que sumarle que el curso comenzó el 14 de septiembre y el 2 de octubre debía estar presentado este enorme trabajo.

            En nuestro Departamento (el de Lengua Castellana y Literatura del IES Alfonso II) debatimos mucho acerca de la idoneidad o no de este tipo de trabajos. Por un lado, la falta real de tiempo –teniendo en cuenta que el curso acababa de empezar-; por otro, la dificultad de tener que seleccionar a dos o tres alumnos solamente para representar al centro.

            Yo, nueva en el IES Alfonso II, valoré mucho si participar o no. Sopesé mucho pros y contras, pero sobre todo, creo que lo que más pesó, fue mi experiencia anterior. La última vez que pude participar (la primera que se hacía) había resultado ser una experiencia maravillosa y gratificante para el alumnado. Los discentes valoraron entonces tan positiva la actividad y a mi juicio fue tan enriquecedor el poder tener a un galardonado hablando para ellos, dirigiéndose a ellos, a los jóvenes, a los adolescentes, al futuro. Es cierto que en aquella ocasión tuvimos la suerte de que Leonardo Padura, el galardonado, fuese a mi instituto de ayer, al IES Carreño Miranda. A qué centro irá el galordonado es algo que no se sabe hasta muy cercano el encuentro.

            En fin, puse a mis alumnos y alumnas de 3º de la ESO  a trabajar, y trabajaron duro. Corrimos contra el tiempo y cual periodistas vivimos al límite para llegar a la edición. Lo conseguimos en parte. En un grupo, el alumnado no quiso ir más allá, y aunque algunos hicieron sus periódicos no los hicieron siguiendo las normas de la FPA. En otro de los grupos entregaron, siguiendo dichas instrucciones,  dos periódicos, la mitad de los propuestos. En cambio, en el tercer grupo todos los periódicos vieron la luz, cuatro. Que hace que en unos grupos todo fluya es tema de otro artículo.

            Entonces llegó el momento más detestado. El que yo había recogido y señalado como el desagradable: elegir al alumnado representante. Sabes que la actividad va a resultar interesante, sabes que es bueno para todos asistir a este tipo de actos de los que tanto podemos aprender, pero también hay que entender a la FPA, que juega con espacios limitados y marca las bases: se seleccionarán  tres alumnos/as. Eso nos dijeron en un primer momento. El jueves 11 de octubre por la tarde encontré otro correo en mi buzón: podía llevar a un alumno/a más.

            Supongo que todos hemos tenido que seleccionar alguna vez y que entendemos que no es fácil, así que no hacen falta, entiendo, más explicaciones. Paso entonces, a lo que sí considero importante: el encuentro. Los compañeros y compañera lo contaron en clase, yo lo contaré aquí.

            El lunes 15 de octubre de 2018 los cuatro alumnos y yo nos dirigimos en autobús de línea a Mieres, concretamente al IES Sánchez Lastra, donde habría de ser el encuentro con esta galardonada. Al entrar en el vestíbulo pudimos ver colocados sobre los típicos pupitres escolares verdes los periódicos enviados a la FPA. Rápidamente buscamos los nuestros. Allí nos contaron cómo iba a ser el acto y cómo y dónde debíamos colocarnos. Leonor García sería la encargada de hacerle la pregunta y estaría en el escenario; Pablo Fernández, quien habría de recibir el obsequio que ella nos daría; Iyán Bermúdez, reservaría asientos para todos; y, finalmente, Pelayo Alonso y la profesora esperarían en el hall la llegada de la premiada para recibirla y explicarle el proceso de creación de los periódicos




            Para mí, la primera gran emoción, fue encontrarme que junto a los periódicos del IES Alfonso, estaban los del IES Carreño Miranda y el del IES Nuevo Cangas, los dos centros anteriores en los que he trabajado. Si la organización hubiese querido tener un detalle conmigo no le habría salido nada mejor. Mi aquí y ahora junto a mi ayer. (La profesora del IES de Cangas del Narcea, al presentarnos, me felicitó por un trabajo que yo recuerdo con mucho cariño Microcuentos que arden, hablaré de él en otro post).


            Después de este inciso, y volviendo a lo que estábamos, Alma Guillermoprieto llegó puntual y sonriendo. Saludando a los alumnos y hablando al alumnado, no tanto de cómo habían hecho su periódico –al menos no en nuestra mesa- sino preguntándoles por el tiempo que les había llevado llegar hasta allí, por si sus centros estaban en mar o en costa, por sus nombres... y, claro, cuando Pelayo le dijo el suyo ella exclamó “un nombre muy españolísimo”. “No, muy asturianísimo en ese caso” le dijo Pelayo. Entonces quienes la acompañaban le contaron la historia del rey Pelayo y continuaron hacia otra mesa.





            Ya en el salón de actos del IES Sánchez Lastra, Alma Guillermoprieto entró aplaudiendo a quienes la aplaudían a ella. Siempre sonriendo. Siempre agradecida.


            La presentadora,  profesora de Lengua Castellana y Literatura en dicho centro, Mari Luz Sanz guió la entrevista que el alumnado sentado en el escenario le haría, previa presentación de la periodista mexicana. De esas preguntas que los jóvenes presentes le hicieron salieron verdaderas joyas que son las que merece la pena destacar aquí, porque muestra a la Alma Guillermoprieto que tuvimos la oportunidad de conocer, una mujer sencilla y grande, comprometida, encantadora y humana, muy humana.

            En su primera respuesta hizo mención al dictador nicaragüense Anastasio Somoza. Nos contó que la primera entrevista que ella hizo fue a este hombre. Ella no sabía nada de este oficio. Recuerda haber pasado por varias estancias hasta llegar al dictador, y recuerda también que no se había planteado cómo debía dirigirse a él, cómo saludarlo. Cuando estuvo frente a él, Anastasio Somoza extendió su mano para estrechársela a ella, y al ir ella a devolver el saludo la bolsa cargada que llevaba al hombro cayó y esto la hizo hacer un genuflexión que todas las cámaras recogieron, de tal manera que ella apareció en las fotografías haciendo “una graciosa caravana al dictador”. Jamás yo había utilizado el término “caravana” en este contexto y creo que fue el primer momento en que pudimos darnos cuenta que estábamos con una hispanohablante del otro lado del Océano y que debíamos estar muy atentos porque había mucho que aprender. Alma Guillermoprieto representó la escena como si la estuviera viviendo en aquel mismo momento. ¡Qué grande!


            Esta anécdota que a ella le había ocurrido sirvió para que empezase ya con sus grandes consejos a los jóvenes. Les dijo “los errores pasan y de ellos se aprende. Van a aprender más de sus errores que de sus aciertos. No tengan miedo a equivocarse”. En ese momento observó que la mayoría de las personas que estaban en el escenario eran chicas y les dijo “diganles a sus muchachos, con OS, que tienen que lanzarse a cometer a errores”.

            Después continuó contándonos que había que reconstruir eso de que una imagen vale más que mil palabras. “Una imagen nos facilita la imaginación”. Una imagen no nos ayuda a comprender las noticias. Las imágenes nos dan terror y el terror nos paraliza. El texto nos ayuda a entender.

            Confesó que cuando estás haciendo un reportaje no sientes nada, estás tan concentrada en la cámara grabadora que no sientes nada. Cuando te pones a escribir debes conseguir que no pese más la cabeza que el corazón ni viceversa.

            Le preguntaron si algunas vez le habían bailado las palabras. “Las palabras me bailan siempre”, y como en todo el encuentro, volvió a dirigirse a los jóvenes, “¿saben? Hay dos cosas que se pueden hacer cuando las palabras bailan: dejenlo –siempre estará mañana- y otro, darle al delete”. “Una frase lleva a otra frase, una palabra a otra palabra”.

            También nos dijo que había que combatir los clichés con estadísticas, “combatir los clichés con estadísticas es muy interesante, hay que deshacer los clichés.”

            Evidentemente le preguntaron si le gustaban las series que hablaban sobre el narcotráfico. A pesar de que alguno de sus acompañantes le hizo el gesto de que iban a cortarle el cuello –ella nos lo contó a todos quienes no vimos el gesto, nos lo teatralizó, en todo momento nos hizo partícipes de lo que allí pasaba con naturalidad, aplastante-; pues como decía, a pesar de ello, Alma Guillermoprieto no dudó en contestar a la joven que le hizo la pregunta y contarnos a todos lo que pensaba.

            Fue uno de los momentos en los que el público más se hizo notar, porque ella dijo “si la marihuana no fuera ilegal, valdría lo que vale el orégano”. Y no, no le gustan las series sobre el narcotráfico porque idealizan esas figuras,  y en su país hay muchos feminicidios... y no, no le gustan. Lo argumentó alto y claro.

            El otro gran momento en el que público no pudo contener la risa, fue cuando sonó el timbre de cambio de hora de clase y ella dijo “hay un incendio”. (Así suenan los timbres de los institutos en los cambios de hora, a incendio, a urgencia, a grito de dolor...el paréntesis es mío, claro).

            La charla, la entrevista siguió fluyendo. Su primera noticia ella nunca la vio impresa. Aprovechó para explicarles a los adolescentes allí presentes lo que era un teletipo, donde ella escribía sus primeras noticias. Así que ella pensaba que escribía para un “pasquine” y no para el segundo periódico más importante de Inglaterra. Exactamente no pudo responder a lo que le preguntaban que era cómo se había sentido al ver publicada su primera noticia. Nunca la vio publicada.

            Por supuesto, le preguntaron por qué había dejado de ser bailarina. Nos respondió  y explicó que no quiso dejar de ser bailarina pero que no había recibido el aliento suficiente para continuar. “No les quiero engañar, fracasar es muy doloroso, terriblemente doloroso”. Entró en el periodismo por accidente. Siempre uno es bueno para algo. Por eso, de nuevo, vehementemente se dirigió especialmente a las chicas y les comentó que su editor en cierta ocasión le dijo: “Quiero que escuches bien y repitas: si están haciendo algo y lo están haciendo bien esa no es razón para dejarlo”. Muy importante para los jóvenes de hoy que parece que siempre necesitan que la motivación venga de fuera, del exterior. A veces, nosotros mismos debemos ser autocríticos y seguir luchando por lo que creemos que hacemos bien.

            Destacó que hay mucho periodismo de inmediatez y poco explicativo. Las prisas con las que todo en este mundo se hace fue un tema recurrente en la entrevista. Más que las prisas, la necesidad de la calma.

            Cuando le inquirieron si era relator o intérprete de lo que ve. Lo dijo claro “no podemos ser ese robot, siempre se interpreta... LO IMPORTANTE ES QUE TU MIRADA SEA AMPLIA”.

            ¿Inglés o español? Las lenguas son instrumentos, aclaró. Declaró que llevaba cuarenta años tabajando con ese instrumento que era el inglés; el español era para su casa y en pantuflas. Ella había observado que el inglés era bueno para la ironía y el castellano para el sarcasmo. Ahí queda para la reflexión.

            El método para sus crónicas: caminar mucho. Para hacer una crónica de un lugar de Asturias, caminaría uno, dos o tres días y tomaría apuntes de los sitios que le llaman la atención. Lo primero: la vista.

            “LA VERDAD NO EXISTE... Existe lo que cada uno de nostros puede aproximarse a una realidad.[...] Vamos a percibir un pedacido de la realidad”. Frases así, tan universales, tan magistrales, nos dejó clavadas en el alma Alma. Reales como la vida misma.

            A mí, tan de lleno ahora en la ilustración, me impactó y sugestionó cuando dijo que se había apuntado a clases de dibujo para aprender a mirar lento. Contó su anécdota al tener que pintar una obra muerta y no reparar en los cuadraditos del mantel, porque llevaban mucho tiempo. Esa metáfora, esa necesidad de MIRAR LENTO es tan importante en la sociedad fugaz y volátil en la que vivimos... Qué bonito que todos hiciéramos más dibujos para aprender a mirar lento; para luchar también con esa inmediatez que no solo se da en el periodismo sino en la vida actual donde recibimos un mensaje y rápidamente ya estamos contestando, sin pensar, sin reflexionar, sin valorar, sin contrastar...

            La última pregunta nos unió. Alma Guillermoprieto confesó algo que seguro que todos los presentes ya sabíamos que uno de sus temas preferidos era la comida. Es algo que nos une, dijo, es algo universal. Todos comemos. Es un tema realmente universal.

(Faltan en las fotos uno de sus nuestros periódicos que la FPA nos hizo llegar ya)
            Hechas las preguntas a la homenajeada se la llevaron, y los presentes volvimos a colocarnos junto a nuestros periódicos. Esperando su regreso, que vino acompañado de un presente. Un tubo dedicado que contenía una copia de nuestros periódicos.

            Resumiendo, porque me he extendido bastante, lo sé, un encuentro mágico donde la invitada se dirigió con sencillez y humanidad a los jóvenes presentes para que transmitieran sus palabras a los otros jóvenes que no habían podido estar. Cargada de cariño, de emoción, de sinceridad llegó y se fue Alma Guillermoprieto; y los presentes nos quedamos un poco más llenos, llenos de valores, de mensajes, de emociones compartidas.
pregunta a Alma Guillermoprieto. Su respuesta sirve de titular a El Comercio
Yo habría destacado: 
"Es tan fascinante el pretexto de un cuaderno y un lápiz para salir a descubrir el mundo"

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