domingo, 15 de septiembre de 2019

LEER O NO LEER, su primera lectura "electrónica"

(Este texto lo escribí el 1 de agosto de 2019, algunas cosas ya han cambiado, esa primera lectura suya en digital yo también la hice, pero eso lo dejaré para otro día).

Una de las frases célebres más repetida y transformada seguramente sea "To be or not to be. That's the question". Hoy la transformo en "Leer o no leer. ¿Es esa la cuestión?"; sin embargo, la reflexión debería ir más allá de un leer o no leer, debería pasar por un qué leer.

El acto de leer en sí mismo es un prodigio. Desentrañamos un complejo sistema cual si fuera un rompecabezas desde pequeñitos. Conseguimos resolver el enigma con muy pocos años en algunos países. El ser humano no nace dispuesto para leer, la sociedad le obliga -algunas sociedades- desde pequeño. No hace tanto en España había un montón de analfabetos. Hoy en día quedan algunos, pero uno de los logros de esta nuestra sociedad es haber conseguido que esa cifra sea cada día menor.

Desciframos el código, descubrimos el rompecabezas y luego ¿qué? Pues luego los maestros y los padres queremos que los niños lean, que aprendan que ese puzle conlleva algo más que un simple silabeo. Queremos que lean, verlos con un libro en la mano nos emociona, es un triunfo (tampoco los niños nacen predestinados a pegarle patadas a un balón -ni las niñas, claro-, eso también lo promueve la sociedad). A lo que iba, ¿vale leer cualquier cosa?

El mundo editorial es muy amplio. Una gran variedad de textos asalta el mercado ya sea en formato libro, revista, periódico y de nuevo la pregunta ante tanta oferta, ¿es lo mismo un texto que otro? No. NO todos los textos son iguales ni aportan lo mismo. Por tanto, como con las pastillas, los beneficios no pueden ser los mismos. Pastillas para dolores de cabeza, pastillas para tomar antes de la exposiciones solares, pastillas para los nervios, para los dolores de estómago... para lo que haga falta. Lo mismo ocurre con los libros. ¿Qué te "duele"? ¿Qué libro necesitas?

Ante el "leer o no leer", diría leer siempre. Agiliza ese lado de tu cerebro, mantenlo ágil. Ante ¿qué leer? Esa es la gran cuestión.

Los niños son grandes lectores casi casi sin excepción, aunque las hay. Leer es un juego. Es el juego de descifrar. Pero llegan a la adolescencia y ese juego se convierte en muchos casos en tedio. ¿Por qué? ¿Realmente porque empezamos a dejar de jugara? ¿Realmente porque tenemos otros intereses -los amigos- que nos llevan más tiempo? ¿Realmente porque en el colegio leían libros desternillantes, personajes que utilizan palabrotas, esas que los papás dicen que no se pueden utilizar? o ¿realmente porque las lecturas de insti más que para reír son para hacer pensar?

El profesorado encuentra un muro cuando propone que la lectura de este mes, trimestre o curso sea tal o cual. Ya está armado el lío. Es obligatoria, o sea, sinónimo de aburrida. Y es que cómo se les ocurre obligar a leer, leer es una actividad lúdica. Es un juego y cada uno tendría que poder elegir libremente su tablero.

Si un preparador físico le dice a su pupilo que haga cien flexione, éste las hará sin rechistar, no le dirá como argumento para no hacerlas que ha corrido tres horas por la mañana. Hará lo que el entrenador le pida porque él entiende, él prepara nuestro cuerpo para un partido o para estar en forma. En cambio, al profesor se le cuestionan las lecturas, a pesar de que este es el entendido en la materia y el que puede ayudarte a fortalecer tu mente. Los resultados no son inmediatos y no suelen ser visibles porque quien lee lo que le sugieren no necesita mostrar la tableta de su cerebro.

Es muy difícil conseguir que no dejen de leer. Yo vivo con ese miedo. He visto muchos casos de niños lectores que llegan al instituto y dejan de leer. También los he visto que llegan al instituto y empiezan a leer, pero no puedo dejar de vivir con ese miedo constante en mi profesión, ahora también en mi vida.

Quiero que lea y me encanta verlo crecer con libros en la mano. No obstante, sus favoritos ahora son esos desternillantes que no conducen a nada más que a la risa fácil y simple.  Sus lecturas, cómo no, también las marca la sociedad, la sociedad en la que vive, en la que se desenvuelve. Yo querría para él otras lecturas, que le voy recetando sin agobiarlo, en pequeñas dosis y especialmente dejándole el verano para que lea como la mayoría, libros fáciles, sin profundidad, tiempo tendré, o eso espero, para que vaya caminando él solito y su sociedad, su pandilla, hacia libros con mensaje implícito.

Hace no tanto tiempo, cuando era bebé, todos sus avances se registraban de alguna manera. Ahora ya es un niño y parece que ha dejado de avanzar. Pero ya ha leído sus primeros en formato electrónico, este verano, y eso es un avance que quiero registrar aquí. No por ello ha dejado el papel, ha combinado ambas opciones y creo que no está nada mal en los tiempos en que vivimos.


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