Fue en octubre de 2009 la primera vez que acompañé a una
alumna en la presentación de su primer poemario. Se trataba del poemario de una
de mis tutorandas de segundo bachillerato. Un libro que ella misma se había
autoeditado a través de internet. También ella misma había preparado la
presentación, hablado con la prensa y con la Casa de la Cultura de Avilés. Estoy
hablando del primer libro que vio la luz de SARAY ALONSO SIERRA Apaga
las luces que yo enciendo el corazón. Después, vinieron otros libros
suyos, publicados por Mueve tu lengua, Cuando tú ya no, Rotos y descosidos, y,
el último por ahora, Olvíd-amé. Siempre que viene a
presentarlos a Avilés, me llama, y yo siempre, como la primera vez, me
emociono. En realidad, creo que cada vez me emociono más.
En esta
ocasión ha sido otra alumna, ya exalumna, CARMEN MÉNDEZ CAMINO, la que me ha
llamado para que la acompañase en la presentación de su primer poemario: Vivir,
sentir. Por supuesto, me he emocionado el doble que en la primera
ocasión. Primero, porque Carmen y yo ya no compartimos instituto; el hecho de
que contase conmigo a pesar de los kilómetros que nos separan, a pesar de que
ya no compartimos mañanas, ni aulas, me ilusionó mucho (tanto como cuando lo
hace Saray desde Madrid); segundo, porque volvía al Instituto Carreño Miranda
donde fuí feliz (y donde sigo siendo feliz cuando me paso por allí).
Han pasado once años y varias experiencias y sigue temblándome
la voz, inevitable. El hecho de que personas que has conocido dentro del aula
(donde yo soy una sargenta) te tengan en cuenta es muy emotivo, además de
nostálgico. Te vienen a la cabeza muchos momentos compartidos, muchas lecciones
que ellos me dan a mí y muchas sonrisas que logran sacarme. Es un repaso de
esos momentos que han dejado poso en tu memoria, de esos que no querrías que
ningún alzheimer mal nacido te borrase. A eso fue a lo que me agarré para hacer
la presentación de Carmen en el acto que tuvo lugar este pasado viernes 17 de
enero de 2020 en el IES Carreño Miranda.
Así, con voz
temblorosa, lo conté:
Mi papel aquí es
hablaros, presentaros a Carmen, a quien muchos ya conocéis, por eso yo
tengo/debo hablaros de la Carmen alumna de 1º de la ESO del curso 2017-2018.
Ahí es cuando yo conozco a Carmen y ahí es cuando, yo creo, si no es así, ella
lo desmentirá, se gestan poemas que vais a encontraros en este su primer
poemario.
Empiezo entonces por presentarme yo, soy Deli García
Lobo, profesora de Lengua Castellana y Literatura, en el IES Carreño Miranda
durante doce cursos ni más ni menos. Fuí en el curso 17-18 la tutora y
profesora de Lengua de Carmen.
Aquel curso creo que hicimos un montón de actividades
variopintas vinculadas con la Literatura. Pienso y suscribo las palabras del
escritor mexicano Juan José Arreola:
“Si no lees,
no sabes escribir,
y si no sabes escribir,
no sabes pensar”.
Leer es mucho más que silabear. Leer es interpretar un
mensaje. Hoy estamos seguros de que las pinturas de las cuevas prehistóricas
eran mensajes que descifraban, que leían; los retablos de las iglesias
católicas también hay que leerlos, interpretarlos; insisto, leer es mucho más
que combinar la “p” con la “a” y decir “pa-pá”. De ahí que la lectura sea para
mí un pilar elemental, fundamental, que debemos ir fijando, forjando y agrandando.
En el prólogo del Lazarillo de Tormes
hallamos una frase de Plinio (escritor latino) que dice algo así “no hay libro
que no tenga algo bueno” y de todos podemos sacar algo, porque lo que a uno no
gusta, otro encontrará que le gusta.
Yo me he leído el libro de Carmen porque es uno de esos
pedacitos de papel de regalo que conforman mi vida. El hecho de que una alumna
publique un libro y te llame, y te pida que le escribas el prólogo y que vengas
a la presentación no tiene precio. Es un regalo.
Al leérmelo, vino el segundo regalo, me encontré entre
sus páginas que el poemario bebe mucho, como decía, de lo que fueron aquellas
clases; no pude, pues, evitar que me invadiera la nostalgia. (Los tiempos
pasados no han sido mejores, simplemente soy afortunada de sentir que me han
dejado un poso muy valioso).
Carmen era entonces una muy joven alumna que tenía
siempre encima de la mesa un pequeño cuaderno, una libreta, creo recordar gris
(ella desmiente aquí
que no era gris, sino plata, de
brillos). Un día, al acabar la
clase, se me acercó para decirme que aquella libreta era la que utilizaba para
anotar sus poesías, sus historias... fue entonces cuando se declaró ante mí
como escritora.
En este su primer libro habla de ese pequeño cuaderno y
también de ella como escritora, así pues, como se me presentó a mí un día se
presenta ahora ante vosotros:
“...y yo,
una joven grumete
escritora sin más”.
Son versos de su poema “Caribe”.
“...Solo mi libreta
sabe lo que pienso,
le cuento mis secretos
y ella sabe que no
miento”.
De su poema “Soledad”.
Hay más, pero no voy a desvelarlos aquí y ahora, los dejo
para que los leáis vosotros en su libro.
Así que aquella libreta y aquella joven adolescente bebió
de las clases y sacó el néctar que encontró en ellas. Insisto, así lo veo yo,
así lo siento yo al leer el libro.
Recuerdo una actividad que se titulaba “Me gustas”. En ella yo leía el poema de Neruda,
el gran Pablo Neruda, que todos hemos oído alguna vez...
“Me gustas cuando callas, porque estás como ausente...”
“Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes...”
Continuaba con los versos de Saray Alonso, otra poeta
forjada en el Carreño Miranda, hoy con cuatro títulos publicados:
“Me gustan
los que conducen rápido,
besan despacio...”
Y en esa evolución temporal, el siglo XXI
eran ellos, los alumnos y alumnas de entonces, de ahora, debían escribir su “Me
gusta/ Me gustas...”
Carmen, nuestra joven poeta, incluye en este poemario su “Me
gustas...” y yo, yo no puedo más que enternecerme.
Puesto que no he venido a hablar de mis clases (no soy
Umbral), si no de mi alumna Carmen, puedo mostraros si ella quiere, algunos audios
e imágenes de entonces.
No quiero cerrar esta exposición, esta presentación, sin
insistir en dos cosas: somos deudores de lo que vivimos y de lo que leemos.
Esas son las fuentes de las que el escritor bebe sus mejores inflluencias.
Invito a Carmen y a todos, jóvenes y no tanto, a leer, a crecer con la lectura;
y ya que la Editorial Orpheus Ediciones Clandestinas abre esas puertas
maravillosas a todos aquellos que nunca imaginamos que nuestros textos podrían
tener forma de libro, a intentarlo, a enviarlos y a soñar porque los sueños se
cumplen.
Finalmente, contaros que Carmen y yo nos despedimos con
sendos regalos. Ella me regaló su poema el “Alma verde”, con el que abre el
poemario, en esta botella de cristal, cual náufrago (la he traído para que la
veáis). Yo, a ellos, unas palabras que
hoy se hacen más ciertas aún:
“Verte volar
el valor me transmite,
alas me da”.
Enhorabuena, Carmen; gracias, Nieves, por hacer que los
sueños de los jóvenes -y no tan jóvenes- tengan alas.
Después de tantos nervios y tanta emoción, llego a casa y me
encuentro con mi ejemplar... mi ejemplar dedicado. Por fin, rompí a llorar, no
lo puedo negar.
Un ejemplar
que debo decir que me parece una preciosidad. Las tonalidades empleadas, la de
la portada y las guardas rojas, me parecen adecuadas al tema a la par que
elegantes. La rugosidad del papel de portada y contraportada, el gramaje...
Había pensado que un libro para jóvenes se haría como se hacen a veces las
cosas para jóvenes, sin prestarle mucha atención. Me he llevado una gran
alegría. Quiero felicitar a la editorial por ese trabajo, por ese mimo y ese
cuidado con el que han hecho esta edición. Gracias porque se merecen una
edición como esta.