domingo, 19 de enero de 2020

VIVIR, SENTIR




Fue en octubre de 2009 la primera vez que acompañé a una alumna en la presentación de su primer poemario. Se trataba del poemario de una de mis tutorandas de segundo bachillerato. Un libro que ella misma se había autoeditado a través de internet. También ella misma había preparado la presentación, hablado con la prensa y con la Casa de la Cultura de Avilés. Estoy hablando del primer libro que vio la luz de SARAY ALONSO SIERRA Apaga las luces que yo enciendo el corazón. Después, vinieron otros libros suyos, publicados por Mueve tu lengua, Cuando tú ya no, Rotos y descosidos, y, el último por ahora, Olvíd-amé. Siempre que viene a presentarlos a Avilés, me llama, y yo siempre, como la primera vez, me emociono. En realidad, creo que cada vez me emociono más.


            En esta ocasión ha sido otra alumna, ya exalumna, CARMEN MÉNDEZ CAMINO, la que me ha llamado para que la acompañase en la presentación de su primer poemario: Vivir, sentir. Por supuesto, me he emocionado el doble que en la primera ocasión. Primero, porque Carmen y yo ya no compartimos instituto; el hecho de que contase conmigo a pesar de los kilómetros que nos separan, a pesar de que ya no compartimos mañanas, ni aulas, me ilusionó mucho (tanto como cuando lo hace Saray desde Madrid); segundo, porque volvía al Instituto Carreño Miranda donde fuí feliz (y donde sigo siendo feliz cuando me paso por allí).


           Han pasado once años y varias experiencias y sigue temblándome la voz, inevitable. El hecho de que personas que has conocido dentro del aula (donde yo soy una sargenta) te tengan en cuenta es muy emotivo, además de nostálgico. Te vienen a la cabeza muchos momentos compartidos, muchas lecciones que ellos me dan a mí y muchas sonrisas que logran sacarme. Es un repaso de esos momentos que han dejado poso en tu memoria, de esos que no querrías que ningún alzheimer mal nacido te borrase. A eso fue a lo que me agarré para hacer la presentación de Carmen en el acto que tuvo lugar este pasado viernes 17 de enero de 2020 en el IES Carreño Miranda.
            
Así, con voz temblorosa, lo conté:





Mi papel aquí es hablaros, presentaros a Carmen, a quien muchos ya conocéis, por eso yo tengo/debo hablaros de la Carmen alumna de 1º de la ESO del curso 2017-2018. Ahí es cuando yo conozco a Carmen y ahí es cuando, yo creo, si no es así, ella lo desmentirá, se gestan poemas que vais a encontraros en este su primer poemario.

            Empiezo entonces por presentarme yo, soy Deli García Lobo, profesora de Lengua Castellana y Literatura, en el IES Carreño Miranda durante doce cursos ni más ni menos. Fuí en el curso 17-18 la tutora y profesora de Lengua de Carmen.

            Aquel curso creo que hicimos un montón de actividades variopintas vinculadas con la Literatura. Pienso y suscribo las palabras del escritor mexicano Juan José Arreola:
“Si no lees,
no sabes escribir,
y si no sabes escribir,
no sabes pensar”.

            Leer es mucho más que silabear. Leer es interpretar un mensaje. Hoy estamos seguros de que las pinturas de las cuevas prehistóricas eran mensajes que descifraban, que leían; los retablos de las iglesias católicas también hay que leerlos, interpretarlos; insisto, leer es mucho más que combinar la “p” con la “a” y decir “pa-pá”. De ahí que la lectura sea para mí un pilar elemental, fundamental, que debemos ir fijando, forjando y agrandando.

            En el prólogo del Lazarillo de Tormes hallamos una frase de Plinio (escritor latino) que dice algo así “no hay libro que no tenga algo bueno” y de todos podemos sacar algo, porque lo que a uno no gusta, otro encontrará que le gusta.

            Yo me he leído el libro de Carmen porque es uno de esos pedacitos de papel de regalo que conforman mi vida. El hecho de que una alumna publique un libro y te llame, y te pida que le escribas el prólogo y que vengas a la presentación no tiene precio. Es un regalo.

            Al leérmelo, vino el segundo regalo, me encontré entre sus páginas que el poemario bebe mucho, como decía, de lo que fueron aquellas clases; no pude, pues, evitar que me invadiera la nostalgia. (Los tiempos pasados no han sido mejores, simplemente soy afortunada de sentir que me han dejado un poso muy valioso).

            Carmen era entonces una muy joven alumna que tenía siempre encima de la mesa un pequeño cuaderno, una libreta, creo recordar gris (ella desmiente aquí que no era gris, sino plata, de  brillos). Un día, al acabar la clase, se me acercó para decirme que aquella libreta era la que utilizaba para anotar sus poesías, sus historias... fue entonces cuando se declaró ante mí como escritora.

            En este su primer libro habla de ese pequeño cuaderno y también de ella como escritora, así pues, como se me presentó a mí un día se presenta ahora ante vosotros:

“...y yo,
una joven grumete
escritora sin más”.

Son versos de su poema “Caribe”.
“...Solo mi libreta
sabe lo que pienso,
le cuento mis secretos
y ella sabe que no miento”.
De su poema “Soledad”.

            Hay más, pero no voy a desvelarlos aquí y ahora, los dejo para que los leáis vosotros en su libro.

            Así que aquella libreta y aquella joven adolescente bebió de las clases y sacó el néctar que encontró en ellas. Insisto, así lo veo yo, así lo siento yo al leer el libro.

            Recuerdo una actividad que se titulaba “Me gustas”. En ella yo leía el poema de Neruda, el gran Pablo Neruda, que todos hemos oído alguna vez...

“Me gustas cuando callas, porque estás como ausente...”

            Después, seguía con “El Desayuno” de Luis Alberto de Cuenca:


“Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes...”

            Continuaba con los versos de Saray Alonso, otra poeta forjada en el Carreño Miranda, hoy con cuatro títulos publicados:
“Me gustan
los que conducen rápido,
besan despacio...”

            Y en esa evolución temporal, el siglo XXI eran ellos, los alumnos y alumnas de entonces, de ahora, debían escribir su “Me gusta/ Me gustas...”

            Carmen, nuestra joven poeta, incluye en este poemario su “Me gustas...” y yo, yo no puedo más que enternecerme.

            Puesto que no he venido a hablar de mis clases (no soy Umbral), si no de mi alumna Carmen, puedo mostraros si ella quiere, algunos audios e imágenes de entonces.

            No quiero cerrar esta exposición, esta presentación, sin insistir en dos cosas: somos deudores de lo que vivimos y de lo que leemos. Esas son las fuentes de las que el escritor bebe sus mejores inflluencias. Invito a Carmen y a todos, jóvenes y no tanto, a leer, a crecer con la lectura; y ya que la Editorial Orpheus Ediciones Clandestinas abre esas puertas maravillosas a todos aquellos que nunca imaginamos que nuestros textos podrían tener forma de libro, a intentarlo, a enviarlos y a soñar porque los sueños se cumplen.

            Finalmente, contaros que Carmen y yo nos despedimos con sendos regalos. Ella me regaló su poema el “Alma verde”, con el que abre el poemario, en esta botella de cristal, cual náufrago (la he traído para que la veáis). Yo, a ellos, unas palabras  que hoy se hacen más ciertas aún:

“Verte volar
el valor me transmite,
alas me da”.

            Enhorabuena, Carmen; gracias, Nieves, por hacer que los sueños de los jóvenes -y no tan jóvenes- tengan alas.








           Después de tantos nervios y tanta emoción, llego a casa y me encuentro con mi ejemplar... mi ejemplar dedicado. Por fin, rompí a llorar, no lo puedo negar.

            Un ejemplar que debo decir que me parece una preciosidad. Las tonalidades empleadas, la de la portada y las guardas rojas, me parecen adecuadas al tema a la par que elegantes. La rugosidad del papel de portada y contraportada, el gramaje... Había pensado que un libro para jóvenes se haría como se hacen a veces las cosas para jóvenes, sin prestarle mucha atención. Me he llevado una gran alegría. Quiero felicitar a la editorial por ese trabajo, por ese mimo y ese cuidado con el que han hecho esta edición. Gracias porque se merecen una edición como esta. 



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