En julio, para su cumpleaños, alguien que lo quiere mucho le
regaló el Diario de Rowley,
seguramente una novedad en librerías, porque quien quiere acertar le compra lo
último en previsión de que lo tenga. El caso es que lo devoró y desde entonces
quiso leer el Diario de Greg. Un pringao
total.
Tuvo que esperar a que hace un mes exacto esa misma persona
le regalase, finalmente, el Diario de
Greg. Un pringao total. Pues eso, un mes ha pasado desde ese momento y
hemos tenido que irle comprando los diarios de Greg por orden, en este mes
lleva seis leídos y porque no le hemos traído más. Uno hasta se lo compró con
su dinero, él que todo lo guarda para alquilar una autocaravana un fin de
semana.
Le fascinan.
Los devora. Confieso no haberme leído ninguno todavía. Confieso que suelo leer
lo que lee, pero a este ritmo yo no llego. Le oigo reírse y, la verdad, es que
me entra confusión, ¿serán solo libros para reírse? Sin embargo, debo decir que
no es del todo cierto. Greg y su amigo Rowley le llevan a hacer cosas, siempre
que se lee un libro de esta colección quiere hacer algo nuevo (afortunadamente no
es ninguna gamberrada, que sospecho que las hay en los libros).
Con el número seis, nos ha llevado a hacer un periódico. Me
ha nombrado redactora. A su padre lo ha puesto de fotógrafo y él, como no podía
ser de otra manera, al ordenador. Ha contado la noticia más importante del fin
de semana. Está muy emocionado. Cruzaremos los dedos a ver si tiene suerte y lo
seleccionan. Será muy importante para él, aprenderá que de su trabajo depende
el trabajo de otros. Así que ojalá su sueño se haga realidad en esta ocasión, y
si no, pues, habrá más oportunidades.
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