Mi aproximación a Jabois llegó de
la mano de una amiga y compañera, Marisa, fue con Nos vemos en esta vida o
en la otra. Me impresionó y gustó a partes iguales. Una crónica
periodística que ya dije en alguna ocasión que los jóvenes deberían leer (de
hecho ahora que he vuelto al Bachillerato, se la ha recomendado al alumnado,
precisamente el miércoles dos alumnos nos hablarán al resto de ella -deseando
escuchar lo que tienen que decir, lo que su lectura les ha suscitado-). El
último verano que pude viajar, el del 2019, claro, estaba yo en Lanzarote y mi
amiga Flor me dijo léete Mala Herba, ése ¿no es el último de Jabois?, sí,
ah, pues me lo leeré, claro que sí. Basta que sea de él y que me lo recomiendes
tú. Después de Nos
vemos en la esta vida o en la otra Jabois era para mí de fiar (de esa Galicia Calidade que tanto me gusta
a mí tener presente. ¿Alguien se ha parado a pensar que todo lo gallego
engancha?)
Mala Herba hay que leerlo sí o sí, no sé si ya lo dije en algún momento, pero lo
recomendaré siempre. Ese sí que es un libro para los que hicimos la EGB, porque
es un libro de los que cuenta las cosas que muchos vivimos o vimos vivir a
otros. Es un libro de los que tiene los pies en la tierra.
Mi marido dice que
no tenemos donde poner un libro más, que lea en el ebook, que vamos a tener que salir nosotros (esta
frase también la utilizaba mi padre, la historia ya dicen que se repite)… pero
luego es él quien me trae al enemigo a casa. Este domingo me sorprendió con Miss Marte (últimamente solo me oía hablar de otro de quien quiero leerlo todo, y
yo creo que se dijo, vamos a recordarle que siempre le quedará Jabois; lo bueno
de lo escritores frente a los equipos de fútbol es que puedes ser de muchos,
los lectores tenemos más fácil aquello de diversificar nuestras pasiones).
Mai, con los pies en
Marte, entró en casa el domingo antes de
comer y el lunes antes de comer ya me había despedido de ella, pero me había
quedado para siempre con Berta. Abrí el libro y lo primero que me llamó la
atención fue el título de cada capítulo, el uno, Dios; los siguientes, nombres
de personas. ¿Qué queréis que os diga? Aquí está el Jabois de mis anteriores
lecturas, no me va a defraudar.
Muchos profesores de
Literatura tenemos la mala costumbre de leer y pensar a qué curso se lo vamos a
recomendar. Este libro me dije es para mí, no pienso apuntar nada, solo voy a
disfrutarlo, leerlo y recrearme. Cumplí solo a medias, porque es cierto, no
tomé ni una sola nota, pero hice un montón de fotos de páginas en las que había
algo que me llamaba poderosamente la atención; la parte de disfrutarlo y
recrearme la cumplí al 100%.
Abran sus páginas y
lean, porque verán que la frescura y la cercanía está muy presente, que el
lirismo invade su estilo, así como la fina ironía gallega en diálogos, el
ambiente comarcal y veraniego que nos hace pensar y desear más que nunca que el
verano venga sin límites, que la pandemia nos deje disfrutar de nuestra tierra
vecina, porque si no fuera por estas medidas yo hoy estaría planeando un viaje
a la Costa da Morte, a Fisterre… mientras tanto he viajado con sus
descripciones, he conocido personas y personajes, he intimado con la muerte y
la locura, con la vida y la cordura, he recordado noticias del pasado, he
aprendido… porque el libro ofrece de todo y de más: cine, música, literatura…
De la crónica
periodística, pasando por la novela hasta llegar a esta crónica literaria que
tanto me ha recordado a esa Crónica de una muerte anunciada, a ese realismo mágico gallego que ya Valle
Inclán inmortalizó en algunas de sus obras, aunque luego fuesen los
hispanoamericanos los que le dieran el boom. Este Macondo, a
quien se menciona en la obra, que es Xaxebe, donde alguno de sus habitantes “no
es bajo, pero si agachado como si nunca pudiese acabar de ponerse recto”.
Puedo poner un “hashtag” #yorecomiendoajabois.
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