domingo, 9 de octubre de 2022

Número dos, David Foenkinos



En mi historia personal hay dos formas de leer un libro: profesionalmente, lo que implica documentarme por aquí y por acullá; y, personalmente, lo que significa que no leo nada previo, a veces, es cierto, ya he leído algo previo porque conozco a la autora o al autor, porque es de manual… Este libro Número dos, lo he leído de la segunda de las maneras, sin conocimiento previo. Foenkinos me sonaba pero lo cierto cierto es que no lo asociaba a nada en concreto. ¿Por qué lo elegí entonces?

Francamente por la portada. Mi heredero tiene cierto parecido con Harry Potter, (sí, con Harry Potter, porque después de leído este libro tampoco acierto a recordar con seguridad el nombre del actor que hay bajo el personaje de Harry Potter, David, Daniel) y verlo en aquel escaparate me obligó a llevármelo a casa, a recogerlo de allí.

Buscaba sin buscar (porque en la estantería me esperan un montón de lecturas por hacer) algo que me viniera bien en esta circunstancia que me toca vivir, algo que me entretuviera sin hacerme pensar demasiado, algo que me divirtiese sin hacer reír -porque sabía que reír me haría sufrir/llorar/padecer-. Así que a la idea de ver a mi Heredero en aquella portada, en aquel escaparate se unieron las frases de las solapas, especialmente una,  “Un relato vivo, mordaz y divertido”.

Relato vivo es. Avanza, las fragmentaciones no son extensas, todo sucede rápido, sin divagaciones, pero lo cierto es que no tengo la sensación de que sucedan muchas cosas, o sí, pero no son temas distintos a los que se pueden encontrar en cualquier recetario para hacer algo comercial. Mordaz, sin duda. Pero, ¿divertido? ¿Divertido en qué sentido? ¿En qué sentido puede ser divertido ver a una persona sumirse en la soledad? ¿Ver morir a un padre? ¿Sufrir el acoso de un padrastro y su hijo? ¿Qué puede haber de divertido en no encontrar reposo? ¿Llegar al éxtasis para caer al vacío sin red?

Ciertamente al haberme quedado con la palabra “divertido” de esa solapa me ha decepcionado y mucho. Luego, reflexiono y pienso en aquello de que no hay libro malo, que a todo libro se le puede encontrar algo. Desconozco si hay una base de realidad en toda esta historia, si este tal Martin vivió algo parecido a lo que se cuenta aquí, si su vida fue como se relata en la novela. Si es ficción, mis felicitaciones al autor por haberse planteado cómo se siente el segundo. Quizá apoyado en la idea de los deportistas de que la plata nunca es la medalla deseada sino la detestada porque te recuerda que no fuiste el primero, (te recuerda siempre que perdiste aquel partido, aquel encuentro), cree toda esta historia de soledad, de autorechazo.

De bueno, claro, todas las referencias a la cultura, al cine, a la música, al arte, e implícitamente a la literatura, porque la lectura de la obra a mí me ha robado unas horas al tedio del reposo. Hay frases que debí, seguramente, haber subrayado, pero cuando una lee por placer no suele tener un lápiz a mano, (o sí y esa una no soy yo).

De todo el libro me quedo, sin duda, con que me ha dejado reflexionando sobre el hecho de ser el número dos, el número no elegido, el número rechazado, el que se ha quedado por poco a las puertas de lo que siente sería su deseo, como otros números dos mencionados en la obra, porque la vida está llena de personas que son el número dos, quizá todos seamos en algún momento el número dos. Me voy a quedar pensando en ello. Si un libro me hace pensar más tiempo del que me lleva leerlo, ha merecido la pena. Ver veremos, pues.


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