domingo, 6 de noviembre de 2022

UN AMOR, MALA LETRA, LA FAMILIA... Sara Mesa



A veces me siento como el niño de "El traje nuevo del Emperador" queriendo decir lo que todos repiten. No lo digo, evidentemente, porque no soy tan valiente como ese niño. Ya me gustaría. Me reconozco cobarde, no voy a ocultarme. Cuando leí "Un amor" de Sara Mesa, todo lo que leía sobre el libro me invitaba a leerlo, y me convencía de que sería una lectura muy de mi agrado. No lo fue tanto. No tanto como yo  había imaginado, al menos. Tampoco era lamentable. Tenía lo suyo, aunque me hubiese gustado gritar "no es para tanto". Me sentí enfadada, ¿o sería defraudada? 

Me reconcilié con todo lo bueno que se decía de la narrativa de Sara Mesa cuando leí su obra de relatos "Mala letra". Consiguieron hacerme olvidar ese sentimiento que su novela había despertado en mí. Pensé que tal vez todo se debía a que yo me reconozco más una lectora de lo breve (en este momento de mi vida, me estoy replanteando esto también. Lo de que sea una lectora por encima de todo de narrativa breve, pero eso lo dejo para otro momento), me ha pasado con otros autores de moda en nuestra España actual (pronto hablaré de otro de estos ejemplos). En fin, a lo que iba, me reencontré con una narradora que me gustaba, pues si me gusta su relato, me gusta la escritora o escritor, que en cuanto a ese otro tipo de género, del masculino o femenino, no del literario, aún no he dicho nada.

La cuestión es que olvidada ya esa tirria que me había despertado "Un amor" porque no era lo que me habían hecho creer que yo habría de esperar, apareció por ahí el título "La familia". Me considero familiar, muy familiar; y en este momento de mi vida, la familia reconforta. Así que leí el título, me fui a una página web de una librería, de esas que en ocasiones te dejan leer las primeras páginas, y me enganché. Lo reconozco. Me enganché y me enganchó hasta el punto de que compré el libro (últimamente me está ocurriendo lo contrario, nada me engancha al principio, siempre estoy a punto de abandonar). Surgió en mí la curiosidad de qué le ocurriría a esa niña a la que no la dejaban escribir con libertad en su diario, nada de candaditos. Escribe en tu diario delante de nosotros. Como si eso fuera posible. Como si eso no entrañara en sí misma una contradicción. Parece que la palabra DIARIO va ligada a SECRETO. 

Pues bueno, me leí la historia de esa niña y la de su familia, la parte que Sara Mesa ha querido escribir, la que ha querido contar. Me llamaron la atención los juegos lingüísticos (ya me pasó en "Mala letra") apunté algunos para posibles clases, para posibles ejemplos, para posibles temas. Evocó mi infancia un juego de mi niñez-preadolescencia (fue entonces cuando me di cuenta de que Sara Mesa y yo podríamos ser de la misma generación, siendo yo de las mayores de la generación y ella de las pequeñas, claro), pensé que quizá habríamos compartido ese juguete o quizá que a ella, como a la protagonista de la historia, no se lo habían querido comprar. Recordé lo mucho que había jugado con él y lo poco que aprendí de moda, y lo que poco que ésta me ha interesado siempre -quién sabe si ahora con la vejez empiece a entusiasmarme-. Fui leyendo con avidez, porque nunca encontraré tiempo para correr, que no me gusta, pero cuando una historia me engancha encuentro tiempo para leer -ahora lo tengo más fácil-. En cambio, no me gustó nada el final. Sí me gustaron, ojo, los distintos finales que va encontrando Sara Mesa para los distintos componentes de la familia, y algunos amigos, pero no me gustó el último capítulo, lo quitaría, no sé muy bien por qué, no me llegó.

El hecho es que mi amiga, la propietaria del IG "ycolorincolorose", una lectora voraz, hizo recientemente su peculiar y extraordinaria reseña sobre esta obra en su página. Una vez más tuve que reconocer lo que siempre repito. La lectura es libre. Cada lectura se hace poniendo un énfasis particular, muy personal. Eso es precisamente lo estupendo de esta afición, que las lecturas no son lineales y únicas. Son abiertas y extensas. Así que no tenemos que hacernos ideas ni buenas ni malas por lo que otros digan acerca de tal o cual obra, hay que leer y opinar. Leer y disfrutar (evidentemente sí que hay que dejarse recomendar por aquellos que son de fiar para nosotros).

2 comentarios:

  1. Es curioso, “Un amor” me parece uno de los libros más logrados de Sara Mesa (junto con “Mala letra”). Pero estoy de acuerdo en lo que dices, las lecturas no son lineales ni únicas, y cada lector encuentra en ellas, entre otras muchas cosas, un reflejo de sí mismo. En mi caso, Sara Mesa siempre me ofrece una forma oblicua de enfocar la realidad que me atrapa y me perturba a partes iguales. Tampoco me ha disgustado el último capítulo de “La familia”, lo he leído un poco como la metáfora de toda la novela: mirar por la rendija que queda, espiar lo que no está en la superficie, aunque sea inadecuado, o precisamente por ser inadecuado…

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  2. Tu comentario me hace pensar en volver a leer ese final. Como dije arriba, los momentos en que lees condicionan la lectura. El momento en el que yo leí LA FAMILIA necesitaba finales cerrados, que me transmitieran tranquilidad, seguridad, confianza, era lo que necesitaba. Es cierto que he leído tres libros de ella y cada uno me ha dejado un regusto diferente, lo cual creo que es muy positivo. Ni los momentos lectores son todos iguales, ni los escritores pueden escribirlo todo igual, creo yo.

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