Muchas personas vivimos con miedo, a veces, miedo que se
vuelve terror. Vivimos entre el resto de la sociedad sin que se nos identifique
por un rasgo social, no tenemos dictamen, vivimos nuestro miedo, nuestros
miedos, en silencio. Somos seres vulnerables.
Muchos se
sorprenderían de encontrar a alguien, a un conocido, a un pariente o amigo,
reconociendo vivir con miedo. ¡No lo habrían imaginado!
A veces es
miedo a todo, el miedoso compulsivo. Otros, sin embargo, sólo tienen algún tipo
de miedo. Estos son los que más abundan (miedo a hablar en público, miedo a
fracasar, miedo a expresar emociones, miedo a exponerse, miedo a...)
Para todos
los miedosos, los grandes miedosos y los pequeños, es de obligado cumplimiento
leer y releer tantas veces sea necesario El perro negro.
PINFOLD, Levi: El perro negro, NubeOcho, "Nubeclásicos", 2015 (2ªedición) |
Son muchos
los libros, los álbumes, que nos enseñan a poner nombre a las emociones (en la
actualidad, porque antes las emociones eran terreno de la intimidad y no se
hablaba de ellas), es decir, a alfabetizar. No obstante, no muchas veces
encontramos álbumes, libros, que nos ayuden a superar, a vencer, a enfrentarnos
a las emociones. Por eso te digo que si alguna vez has sentido o sientes miedo,
debes leer El perro negro. Te ayudará a ver de dónde nacen esos
miedos, a enfrentarlos y, si quieres, hasta ridiculizarlos.
No siendo yo
entendida de nada, El perro negro me
parece una obra maestra. Si tengo que ponerle un “pero”, diría que no me gusta
que las guardas iniciales hagan a su vez de portadilla porque el anagrama de la
editorial estropea la ilustración y porque entramos de lleno y a bocajarro en
la historia. Éste es, no obstante, un pero menor.
Si empezamos
a hablar de las imágenes, os diré que me recuerda a Maurice SENDAK ((Donde viven los monstruos) y a Shaun
TAN (Emigrantes). Al maestro SENDAK
me recuerdan las composiciones de las ilustraciones a color. Hasta la mitad del
álbum tenemos una ilustración a color a página completa impar con márgenes,
encuadrada. Llegados a la mitad, y también en plano contrapicado, una
ilustración detalle a doble página (donde apenas hay texto en la esquina
superior derecha). A continuación pasamos a una serie de ilustraciones
apaisadas y panorámicas de doble página que dejan un amplio faldón inferior
para el texto. Finalmente, volvemos a una combinación de dos ilustraciones en
página impar y una apaisada doble y panorámica.
Finaliza el
libro con dos pequeñas ilustraciones sepias, cual fotografías familiares, que
se repiten a lo largo de todo el libro –excepto en la doble página-; es lo que
más me recuerda a Shaun Tan y su libro Emigrantes.
Eso, y las sombras del miedo en la puerta de la casa.
Colores
suaves –contrastan los del interior con los del exterior-, imágenes
fantásticas, ese perro que crece y crece y mengua y mengua; fantásticas en un
mundo extremadamente real (a mí hasta logra tranquilizarme el miedo a la casa
más desordenada del mundo, porque veo la de la familia Esperanza y la encuentro
más caótica, si cabe, que la mía).
La historia,
traducida en mi versión porque el ilustrador y escritor Levi Pinfold es
inglés, te llega y como, decía arriba, te ayuda a entender cómo muchos de
nuestros miedos son infundados y se agrandan hasta convertirse en terror,
llegando a comportarnos ridículamente. La naturalidad, la esencia, la
normalidad vuelve cuando nos enfrentamos
a nuestros miedos, para ello, lo popular, nos puede ayudar bastante.
En fin, es
un “solo” libro de treinta y dos páginas, pero contiene múltiples lecturas,
porque a veces los demás sólo buscan acercarse a nosotros.
Para saber más, webgrafía:
Lo llevé a mi clase de 2º de la ESO. Hablamos y escribimos sobre el miedo. Lo combinamos con el EMOCIONARIO. Me gustan sus caras cuando escuchan un cuento. Se vive en el ambiente. Más de uno se emociona, lo siente.
ResponderEliminar