Ayer me regalaron un álbum precioso, y
hoy quiero mostrároslo. Quizá debiera darme tiempo, reposar las ideas; pero no,
voy a hablar de emociones sentidas.
No es un álbum para llevar al aula, o
sí, ya veremos si lo podemos explotar, esta será otra historia que contar.
En principio, no lo es por su temática.
Habla de lo rápido que pasa el tiempo, de cómo se desgrana en quehaceres
cotidianos y así la vida, pasito a paso, gota a gota, va consumiendo nuestros
mejores momentos.
No hay mejor momento para muchas de
nosotras que la maternidad (no todas las mujeres queremos ser madres y es una
opción muy respetable. La mejor si no se va a hacer con plena dedicación).
Especialmente cuando son bebés y requieren tanto de nosotras (es tan tierno como agotador, no lo hay que olvidar). Las abuelas y otras madres te dicen: “aprovéchalo,
pasa tan rápido”, y a pesar de que lo haces, de que lo exprimes, es cierto,
pasa tan rápido.
De eso habla este álbum, y lo hace con
un lirismo que te emociona, que te llega, que te transmite. “Y
ves cómo pasa el tiempo/ por delante de tus ojos,/ como si de un reloj con
piernas se tratara”.
Pero no solo su lenguaje verbal es
poético e intimista. ¡Es un álbum! Utiliza por y para ello todos los recursos a
su alcance. Lenguaje verbal e icónico van de la mano. Confluyen cuatro manos,
las de la escritora y las de la ilustradora, para configurar un todo único. La
encuadernación a tapa dura, un tamaño mediano, para que ahora sí que nos
recreemos en el tiempo, en cada uno de esos detalles que lo pueblan, que son
muchos.
Un collage, seguramente combinado con
acuarela y quién sabe si con alguna otra técnica más, al que no le falta
detalle. Las guardas, preciosas, distintas, que quizá y sólo quizá, ya nos
estén hablando del paso del tiempo, de la mujer que un día fue bailarina y hoy
mira a otra nueva bailarina, los vestidos colgados, gasas y tutús...
Le sigue una portadilla con una ventana
irregular a través de la cual vemos ropa tendida, una imagen ésta que
volveremos a encontrarnos dentro del libro, como también ocurre con la de la
portada.
Después, páginas de distintos colores,
suaves para que destaquen en ella los elementos contenidos; incluso las letras
(la tipografía es lo que no me gusta, sí, en cambio, la de la portada) tienen
distintos colores y la disposición de éstas, de las letras, contribuye al juego
visual de cadencia, de paso del tiempo, así se nos cae la vida, en acciones
cotidianas, qué mejor que los verbos en 2ª persona del singular para sentirnos
identificados, tal vez el género esté muy marcado, tal vez, pero qué importa.
Hay una realidad que no podemos negar.
No hay en este volumen dos páginas
iguales. Sólo se parecen en ser dobles páginas: unas muy recargadas (puede ser
de palabras y/o imágenes); otras, sencillas. Es mágico, porque es intencionado,
o eso creo yo, que así veo la vida: a veces, todo ocurre atropelladamente; sin
embargo en algunas contadas ocasiones gozamos de una paz infinita.
Ser madre me ha cambiado la manera de
mirar el mundo. Esta lectura me ha hecho volver a preguntarme:
No lo quiero ni pensar. Así que
solamente puedo decirme a mí misma “Carpe diem” que “Tempus fugit” que es sobre
lo que, una vez más, me ha puesto en sobre aviso esta inmersión en un libro.
Aún no os he dado sus datos, aquí los
tenéis:
BEZANILLA, Ainara y CELEJ, Zuzanna: A veces la lluvia, Ed. Thule, Barcelona,
2017. (Hay que agradecer a la editorial que apueste por autoras de aquí, que
arriesgue y nos muestre que el mundo es ancho y no está solo limitado a los
súperventas).
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