domingo, 17 de junio de 2018

ÉSTA QUIZÁ SEA LA RECETA MÁS FÁCIL QUE NUNCA TE HAN CONTADO

    De La pequeña oruga glotona y de Eric Carlé ya está dicho todo (y más). Se trata de un álbum para los más pequeños que si no conocéis ya estáis tardando en ir a la biblioteca a buscarlo. Una joya, un clásico de la Literatura Infantil (para quienes os guste hablar de estas categorías) que se ha editado en muchos formatos, más grande, pop up, pequeñito para llevar colgado en la silla, me atrevería a decir que todos ellos en cartoné porque es un libro para jugar, para divertirse, para conectar con la naturaleza, para conocer los días de la semana, para reconocer lo deliciosa que es la fruta … y los pasteles, los dulces, pero sobre todo es un libro para sorprenderse una y otra vez.

     El personaje, la pequeña oruga, es tierno, lo vemos nacer y enseguida nos encariñamos con él, y pasa tanta hambre, pero tanta hambre, que cómo no quererlo. Lo vemos crecer, lo acompañamos en su búsqueda, en su viaje, hasta que al final... acabamos por enamorarnos de él. De ahí que sea un personaje adorable para los más pequeños y pequeñas de la casa. 

     A mi heredero, de casi seis añitos, la pequeña oruga ya le queda muy pequeña. Eso no quita para que el cariño que nació hacia ella haya pasado. Siempre será la pequeña oruga, la muy pequeña oruga glotona. Con ella, como decía arriba, aprendimos muchas lecciones; y con ella empezamos en el mundo de la repostería.

     Este libro nos sirvió de inspiración para crear un postre muy apetitoso para los niños y niñas, también para muchos mayores, nada sano seguramente,  qué sería de la vida si no nos diéramos algún capricho. 

       ¿Quién no conoce esas dulces rosquillas con agujero en el centro tan famosas en el mercado español desde hace muchísimos años? Pues muy bien, se parten a la mitad -esto es lo único que tiene que hacer el adulto- y se colocan en forma de oruga. Regaliz o palillos nos pueden servir para las antenas, pastillas -de chocolate o no- para los ojos y voilá. Ellos lo pasan bomba porque los hemos dejado cocinar y el resultado es muy bonito y vistoso si se eligen distintos tipos de dulces rosquillas con o sin chocolate, blanco o negro... Por supuesto, inspirados en el magnifico cuento podemos, como la oruga, darnos un atracón de chuches y colocar en la bandeja gominolas con forma de fresas, de manzanas, de melocotones... todas serán bien recibidas. 

     Como os decía, hace muchos años que nosotros hacemos "Dulces orugas glotonas" y para ocasiones muy especiales sabemos que es un postre que no nos puede faltar. Para los/ las que como a mí no les guste cocinar, quedamos como reyes y reinas y los herederos disfrutan como lo que son,  esos pequeños bajitos.


Con rosquillitas pequeñitas, cuando son más pequeñitos


Tamaño grande cuando ya comen más

Si queremos, podemos pasar un fin de semana muy entretenido preparando unos detallitos con mariposas.


La Literatura es inspiración, es creatividad y puede ser la solución para muchos problemas, hasta nos ayuda en la cocina, quién lo iba a decir. Nunca reneguéis de la buena Literatura porque os facilitará la vida.



martes, 12 de junio de 2018

BALLENAS EN EL MAR

Para hojear el libro

         Hoy tuve que ir a la Calle González Besada de Oviedo por trabajo, un trabajo muy digno, muy digno, pero, al acabar el mismo tuve la imperiosa necesidad de regalarme algo, algo que me conectase de nuevo co, n lo que me gusta y me llena. Así que aproveché la ocasión para entrar en la librería "Punto de cuento" que se encuentra en esa calle. Compré algún juguetito para el cercano cumple de mi retoño, y un libro para mí, un álbum para ser más precisa. Lo necesitaba (es lo que pasa con las adicciones).


          Si quieres ver una ballena. El álbum lo conocía ya, porque una librera amiga Ana Fran Pérez me lo había recomendado. No cayó entonces a la saca, pero hoy sí. Hoy sí era su día (sí, hay un día para cada lectura, igual que hay una edad, una etapa, un momento...)

          Una delicada historia, a lápiz y grabado en linóleo (según cuenta la sobrecubierta) que nos recuerda que lo que queremos está muy cerca de nosotros y que si no lo vemos es porque no estamos atentos, nos distraemos con lo que no procede. Sin embargo, si nos concentramos y esperamos, ahí está, aparece. A menudo tenemos a nuestro alrededor cosas enorme que nos harían felices si no perdiésemos el tiempo en aquello que no buscamos.

             Sé que tengo mi ballena muy cerca, pero también sé que me despisto con menudencias, y lo que es peor, que, en ocasiones, los obstáculos para encontrar mi ballena vienen de fuera, de necesidades de otros que me obligan a mí a no centrarme en lo que realmente busco. Puede parecer disculpa, pero todos sabemos que donde manda patrón, no manda marinero.

             Hoy necesitaba saber que mi ballena está cerca, que cuando tenga una ventana y un océano, que cuando no me detenga a oler las rosas ni a mirar los pelícanos, que cuando espere y espere... podré ver mi ballena. Hoy mi heredero ha aprendido que debe concentrarse en lo que quiere y me he quedado maravillada de cómo se ha dejado atrapar y de cómo ha captado el mensaje. Ojalá no encuentre barreras en su camino.

             Estoy segura de que si este álbum tiene posibilidades para mí, también las tendrá para mi aula.

Si quieres saber más, aquí lo cuentan muy bien:

http://revistababar.com/wp/si-quieres-ver-una-ballena/

Si haces clic en "Para hojear el libro", te lleva a una página colgada por la editorial que te permite echarle un vistazo.

domingo, 3 de junio de 2018

TÓCALA, ANA... OTRA DE ÁLBUMES


Ahora que el método Montesori está cada vez más en auge, yo quiero recordar a la Institución Libre de Enseñanza quienes allá a finales del XIX convinieron en darle un vuelco a la educación. Grandes escritores y pensadores (y más mentes ilustres) se formaron y formaron al compás de esta línea de enseñanza, siendo para ellos un principio sacar al alumnado del aula y llevarlo al centro de la información, "in situ". Yo esto lo practico todo lo que puedo, siempre que la ocasión la pintan calva. A veces, incluso, si Mahoma no va a la montaña, ya se sabe, la montaña va a Mahoma.
Esto es lo que he hecho esta semana. Llevarme a la librera al instituto. ¿Quién mejor para hablar de libros que alguien que vive entre ellos? Tuve la suerte de contar con Ana Fran de "Cosas en Familia" para invitar a sentir la lectura.
Soy de las que piensa que el que siembra, recoge; sólo se necesita que el tiempo acompañe (entiéndase: otras circunstancias ajenas a la semilla) para que el fruto esté exquisito. Así que, esta fue la siembra de la semana.
¿Qué hizo la librera y amiga Ana Fran? Hablar de mi tema favorito: los álbumes ilustrados. Por supuesto, no se puede hablar de los álbumes sin leerlos.
Comenzó la sesión con Caperuza de Martín Vidal que tras señalar que álbum no es cómic, ni manga, ni novela gráfica... sirvió para mostrar qué es un álbum sin palabras y cómo comunican las imágenes.
A continuación siguió con Enigmas de la misma autora, que nos hizo reflexionar cómo los grandes cuentos clásicos pueden sugestionar muchas preguntas inconclusas en nuestras cabecitas. Hacernos así que siempre hay más de una lectura, incluso en los clásicos donde parece que ya está todo dicho.
El plato fuerte, estrella, era un álbum de reciente aparición en el mercado: Ratoncita y el muro rojo. A priori las imágenes nos llevan a pensar que es un libro infantil (y puede serlo) pero los alumnos y alumnas de 1º de la ESO no lo han rechazado. Lo han escuchado, se han dejado envolver por sus palabras y engatusar por sus coloridas, a veces, imágenes.
Han comprendido el mensaje rápidamente: los muros que nos ponemos a nosotros mismos. Unos tenemos miedo; otros nos sentimos demasiado mayores, cansados, para intentarlo; algunos somos conformistas; otra parte hemos perdido nuestra identidad... pero también hay quien es curioso, quien tiene sed de conocimiento, de vivir nuevas emociones...
Ana Fran se adentró en esto, quién actuaría cómo la ratoncita, cómo el viejo ojo, tal vez cómo el zorro... hubo quien quiso identificarse con el pájaro, tal vez, aún sin tenerlo analizado, porque desde que aparece en el cuento es el más libre, y el más sabio también. A fin de cuentas la libertad es, fue y será un gran esperado tesoro. "Cuando nos enfrentamos a nuestros miedos descubrimos la libertad".
Todavía quiso la librera hacerles dos regalos más a estos ávidos lectores. Conoce muy bien esta mujer la edad de este público y la temática que puede atraerles (mucho más en primavera), así que les hizo un guiño con Yo voy conmigo.
¡Ay, Martín, que no me mira! ¿Qué puedo hacer para que lo haga? Pues ser otra, irme despojando de mis pétalos y convertirme en otra flor. Afortunadamente, la protagonista se da cuenta de que no es ella y se rechaza aunque Martín sí que la haya mirado siendo otra.
No les ha pasado nunca, a estos jóvenes, no les ha pasado... pero sí que conocen personas que viven esta historia tal cual. Ojalá sea fácil que llegado el caso vean la viga en el ojo propio.
Y remató nuestra especialista con La gran fábrica de las palabras, ¿se podría vivir en un mundo sin palabras? Claro que sí, pero no podríamos expresar al 100% nuestras emociones y sentimientos. Podemos divertirnos haciendo gestos pero eso dura un rato... las palabras, como los gestos, las imágenes, los colores, las miradas... forman parte de nuestra comunicación, sin ellas ¿cómo explicarnos? Ni ¿cómo vivir sin ellas? (más información del libro en http://www.clubpequeslectores.com/2016/06/cuento-gran-fabrica-palabras.html).

Gracias, Ana, por ayudarme a sembrar. Ojalá ahora una buena luz y un esplendoroso sol junto a un buen regadío nos acompañe.