miércoles, 24 de agosto de 2022


Del mismo modo que “no te acostarás sin saber una cosa más” podría decirse que todos los días (o casi todos) existe una frase, máxime si estás rodeada de mentes despiertas. De igual manera que el alumnado recuerda cada una de nuestras frases y la aprovecha para hacernos un guiño, una broma, sacarnos una sonrisa, los profes también tenemos nuestra lista de frases. 

    Están las archiconocidas frases de los exámenes, los errores garrafales que no suelen sacarte una sonrisa sino un lamento de desesperación (yo estas tiendo a olvidarlas, a dejarlas caer en el olvido porque no van a ninguna parte, pero hay una del curso pasado que me cuesta olvidar. Leíamos Habitaciones separadas, un poemario de Luis García Montero. Uno de sus poemas está dedicado a la figura de Gaspar Melchor de Jovellanos y yo pregunté algo así como por qué le dedica un poema a este ilustre personaje, la respuesta me dejó fría “un señor que coincidió en la cárcel de Mallorca con los Reyes Magos”, ahí es nada. 

              No son, como digo, las frases de los exámenes las que más huella me dejan a mí. Prefiero las espontáneas, las que salen con naturalidad, pero no las ofensivas. Podríamos hacer colección de frases ofensivas, sin embargo, ¿para qué sirve recrearse en ellas? Este curso me dijeron una que pensé que tendría que empezar a ir a clase con abogado y no con guardaespaldas como a veces se dice. Las hay muy fuera de lugar, que no responden al principio de adecuación, no vamos a hablar ya del de educación (a los de lengua que no respondan al principio de adecuación nos duele más, a veces, que al de la educación, porque nosotros estamos para enseñar a expresarse, la educación debería de venir de serie, en este caso, de casa). Borrón y cuenta nueva.

              Voy a recoger frases que me han hecho sonreír por el motivo que sea, que me han hecho esbozar una sonrisa para que no me ocurra con una que me dijeron una vez y no recuerdo ni quién ni cuándo. Explicando los criterios de calificación, insisto, como es habitual en mí, en el porcentaje reservado para las lecturas, insisto, matizo, recalco, promociono… y entonces un alumno o alumna nos dice a toda la clase, y especialmente a mí, “antes estudio”. Acabáramos, pensé entonces. Hay que empezar de cero.

              Vamos con la frase de este curso 21-22, la que me esbozó una sonrisa y me dio qué pensar. Contextualizo. Estábamos ya en los últimos días del curso, cuando el alumnado ya había finalizado sus clases y habían salido las notas de la EBAU. Uno de esos últimos días de junio, unos tutorandos de segundo de  bachillerato vienen al centro para despedirse y desearte un buen verano. Vienen felices porque la tortura ha tenido su recompensa y sueñan con entrar en esa carrera… El caso es que hacía calor y salimos al patio, aproveché la coyuntura para guardar unas cosas en mi utilitario. Fue entonces cuando el sujeto que responde a las iniciales de A.V.B me dice:

 

“Profe, una chica sencilla y de barrio como tú,

menudo coche se gasta”.

Sigo riéndome al recordarla. (Del cochecito ya hablaré más adelante que me tiene contenta). 

No se vayan todavía. Aún hay más. Continuará.


lunes, 22 de agosto de 2022

La paga extraordinaria del mes de agosto

Hoy he recibido una paga extraordinaria, tan extraordinaria que te la dan cuando menos te lo esperas, tan extraordinaria que te cambia la vida, tan extraordinaria que con ella no te podrás comprar nada pero sí te permitirá viajar, te permitirá, al menos la que me han dado a mí, realizar un viaje. Un viaje al pasado, al presente y al futuro. Un viaje a tu interior. Hoy (y no importa cuándo sea “hoy”, deíctico arriba o abajo, el “hoy” no importa) me he encontrado, me ha encontrado, una antigua alumna, una joven alumna, una tímida chica que se ha acercado a mí y me ha dicho:

_Hola, sé que no te acordarás de mí, pero me diste clase…

_Hola, Teresa, claro que sí, en primero de la ESO.

_Pero, ¿cómo te puedes acordar de mí?

              Ella no daba crédito que yo la recordase, que recordarse en qué curso, en qué centro, cuánto tiempo hacía… Yo, en cambio, no daba crédito de que ella no solo se acordarse de mí, sino de que tuviese ganas de venir a saludarme. De tragarse su timidez (porque yo sé que ella es una chica muy tímida) para acercarse a mí. A veces, esos miedos absurdos son los que nos hacen que no nos saludemos unos a otros, que parezca que el  tiempo ha pasado arrasando recuerdos y momentos entrañables.

              Teresa no solo me recordaba a mí, recordaba mis clases, y me las trajo a mí al corazón. Me comentó que hacía poco había encontrados los haikus que había hecho en mis clases. Entonces le vino a la memoria que yo tenía un blog donde había colgado esos trabajos. Buscó el blog, y allí encontró ese y otros trabajos que habíamos realizado aquel curso, aquel 2017-2018. Habló de los haikus, de Charlie y la fábrica de chocolate, de las cartas con personajes de cuentos y de tantas otras actividades que hasta yo misma me sorprendí de todos los trabajos que habíamos hecho en aquel 1º de la ESO hoy lejano en el tiempo y cercano a la vez.

              Evidentemente, yo no pude más que emocionarme. ¿Qué otra cosa se puede hacer? Alegrarse, efectivamente. Y esa emoción y esa alegría generaron en mí una nueva ilusión, un nuevo propósito. Se acerca sigilosamente septiembre, para los de la docencia el mes por excelencia de los buenos propósitos, el mes en el que empieza el año, pues los medimos por cursos (no solo nosotros, sino también los de las promociones, empiezan todas las colecciones de los quioscos ¿o no?) y mi propósito laboral será, por un lado, seguir cultivando ese alumnado que a pesar de la timidez, de la vergüenza, del pasotismo desea acercarse para saludarme; y, por el otro, el de volver al blog, pues si es un lugar de encuentro con mis viejos/nuevos alumnos, quiero que esté como me gustaría que lo encontrasen al llegar: limpio, ordenado, renovado, colocado, pero sobre todo, VIVO.

              Hoy mismo (debería decir “mañana” si siguiera pensando en los deícticos y en la verdad absoluta -si esta existe-) he vuelto a abrir el blog de nuevo. He visto esas entradas de las que ella me hablaba. Me he dado cuenta de que de aquel curso hay muchas más entradas, muchas más que de este que acaba de pasar. No creo que sea porque no hayamos hecho actividades diversas, no creo que sea porque no haya hecho fotografías, creo que ha sido porque pensaba que nadie miraba el blog, que nadie acudía a él. Teresa me ha demostrado que estaba equivocada, así que quiero retomarlo con un poco más de fuerza. Quiero darle VIDA de nuevo, como quiero que lo encuentre mi alumnado al volver a él.

              Gracias, Teresa; gracias a todo ese alumnado que sigue emocionándome, el de ayer y el de hoy. Sin duda, esta es la mejor profesión.