domingo, 1 de diciembre de 2019

UNA VIDA POÉTICA


El maestro y poeta Antonio Rubio sostiene en la revista Peonza número 123 que somos seres poéticos, esto es, que la poesía está siempre presente en nuestras vidas. De alguna manera nos tiende un puente para que comprobemos si como él dice esto es así. Nos incita a revisar nanas, canciones para juegos, adivinanzas, trabalenguas, música... Un ejercicio delicioso.


                En la época en la que yo nací no creo que en España las mujeres leyesen estudios sobre la importancia de escuchar a Mozart en el embarazo, así que mi madre por entonces solo recuerda escuchar a Manolo Escobar, Conchita Velasco, los Panchos, los Brincos... una música española muy del momento. Quizá por eso el inglés no sea mi fuerte, pero aún no hay estudios que sustenten esta teoría.


                Dado que no puedo hablar de una etapa anterior a mi nacimiento, estructuraremos este trabajo en cuatro momentos: bebé, niña, adolescente y mujer. Momentos que a su vez tendrán que subdividirse pues al igual que las variedades de una lengua dependerá de las circunstancias, los espacios, las personas, que mi vinculación a la poesía sea de una u otra manera.

LA BEBÉ. Es cierto que yo no puedo recordar qué canciones, qué poesía me rodeaba entonces. Sin embargo, al ser madre todas han venido a la memoria de mis padres para contárselas y cantárselas a mi hijo. En esta esta etapa de mi vida ha habido NANAS: 


“duérmete niña,

duérmete ya,

que viene el lobo

y te comerá”.


Supongo que esto me ha hecho crecer pensando que soy débil y que un lobo, tal vez la sociedad me comerá.


                También hubo canciones PARA CONOCER MI CUERPO:

                “Daba la mocita

En su cabecita,

Daba, daba, daba

Y no se lastimaba”...

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“Cinco lobitos

Tiene la loba

Cinco lobitos

Detrás de la escoba.

Cinco tenía

Cinco cuidaba

Y a todos ellos

Tetita les daba”.

__

“Este fue por leña,

Este lo ayudó,

Este prendió un fuego,

Este le echó sal

Y este pícaro gordo

Se lo comió.”



                La poesía era JUEGO CON EL CUERPO, el balanceo fue fundamental:

“Aserrín, aserrán,

Maderitos de sanjuán...”

--

“Al sillón de la reina

Que nunca se peina,

Una día se peinó

Y el sillón se rompió”.



                No había mucha tele en mi época (la 1 y la 2, y existían unos rombos que indicaban que aquellos programas no eran aptos para niños), a la cama nos echaba la FAMILIA TELERÍN:

“Vamos a la cama

Que hay que descansar,

Para que mañana

Podamos madrugar”.


                Con el paso de los años, la poesía creció en mi vida. De esta etapa de la NIÑEZ comienzo a tener recuerdos. Sin embargo, no recuerdo la poesía en la escuela, no digo que no la hubiese, que seguro que el libro estaba cargado de ella; pero no recuerdo autores en el colegio ni libros de lectura. La poesía en este momento la asocio más a la vida (con la familia, con los amigos) que a la parte académica.


                Pienso en la poesía en estos años de mi vida e inevitablemente me viene a la memoria mi abuelo:

“Por el puente Benavente

Patos pasaban veinte

Con una pata ná más

Y andaban divinamente”.


                La asocio a los viajes en coche cuando no teníamos ningún aparato electrónico que nos entretuviese y las cortas distancias de ahora eran interminables viajes cargados de canciones (si no era domingo de invierno, pues entonces, claro, veníamos al son de “Carrusel Deportivo” y sus entrañables y emocionantes viajes en la Condomina). Así, en los trayectos, además de jugar al “Veo, veo” y a “palabras encadenadas” veníamos cantando:


“Na veira, na veira,

Na veira do mar,

Había una barquiña

Para ir a navegar,

Para ir a navegar,

Para ir a navegar,

Na veira, na veira,

Na veira do mar”.


Mi primer acercamiento a las lenguas peninsulares, hoy un objetivo que debemos alcanzar en los institutos.

“Ojos verdes son traidores,

Azules son mentireiros,

Los negros y acastañados,

Son firmes y verdadeiros”.


Aprendimos también que:


“El vino que vende Ismael

Me cago en su padre

Que lo beba él,

Ismael, Ismael,

Echa media de vino al tonel,

Ismael, Ismael,

Echa...”

“Y el vino que vende Asunción

Ni es blanco

Ni es tinto

Ni tiene color.

Asunción, Asunción,

Echa media

De vino al porrón

Asunción, Asunción...”


                Por supuesto, sabíamos el “Asturias, Patria Querida” y algunas canciones populares más. En mi caso pronto llegaron las rancheras que a mi padre le encantaban y llamándome Adelia, “Adelita” era un clásico en nuestro coche:


“Si Adelita se fuera con otro,

La seguiría por tierra y por mar,

Si por mar, en un buque de guerra,

Si por tierra, en un tren militar...”


                Además de las CANCIONES, con la familia compartía TRABALENGUAS y ADIVINANZAS. El clásico “Pablito, clavó un clavito...”, “Al perro de Ramón Rodríguez...”, entre otras; y las adivinanzas del tipo “En este banco están sentados...”


                Mi generación crecimos siendo mayoritariamente cristiana católica practicante (más o menos) así que nos íbamos a la cama con:

“Cuatro esquinitas tiene mi cama

Cuanto angelitos que me la guardan...”


Especialmente si era fin de semana y dormíamos con los abuelos. Hasta hacer la Comunión (a los nueves años) también aprendíamos muchas poesías religiosas de cuyos versos me cuesta acordarme (especialmente porque algunos los han cambiado y me han liado).


                En los JUEGOS CON OTROS NIÑOS también había mucha poesía, qunque no la llamásemos así, estaban las RIFAS:

“En un cajón se rifa un gato

Siempre toca el número cuatro

Uno, dos, tres y cuatro”.


                LOS JUEGOS DE PALMAS, LAS CANCIONES DE LA COMBA, y, por supuesto, LOS CORROS.

“Al corro de la patata

Comeremos ensalada

Lo que comen los señores

Naranjitas y limones,

Achupé, achupé,

Sentadito me quedé”.


                Al final del colegio y ya en el instituto, con la PREADOLESCENCIA – ADOLESCENCIA, comencé a escribir mis primeros versos que quién sabe dónde andarán. Esta es la etapa de la vida, opino, en la que más versos escribimos.


                Siguieron durante algún tiempo JUEGOS en los que los versos estaban presentes:

“Un limón y medio limón,

Dos limones y medio limón...”


Este era un juego de concatenar. Se necesitaba estar muy atento y concentrado, pues si decían tu número debías repetir la estrofa invitando a otro a que la repitiese. Nos reíamos mucho.


                Tampoco recuerdo a ningún poeta en mi instituto, no debía de llevarse lo de los encuentros literarios, quizá porque sólo nos obligasen a leer poemas de gente muerta o que ya estaba con un pie en la tumba. Si bien es verdad que a Gloria Fuertes la conocimos no solo por sus libros si no también porque aparecía en un programa televisivo.


                Sin embargo, sí recuerdo muchas obras en verso, no necesariamente líricas pero sí con el ritmo poético. Obras de las que llegué a aprender largas estrofas.

“Hipogrifo violento

Que rompiste parejas

Con el viento...”


La vida es sueño se convirtió en mi obra literaria preferida. Lo sigue siendo. Lo encierra todo: animales fantásticos, reflexión filosófica, mujeres que luchan, el destino del hombre, los astros, la tensión amorosa, las situaciones disparatadas y un ritmo jamás superado.

“Cuentan de un sabio

Que un día...”

...

“¿Qué es la vida?

Un frenesí.

¿Qué es la vida?

Una ilusión.

Que el mayor

Bien es pequeño,

Que toda la vida

Es sueño

Y los sueños,

Sueños son.”


                Los sonetos de Góngora y Quevedo y su “Poderoso Caballero es don Dinero...”, y tras Bécquer llegamos al siglo XX, a los españoles y a los hispanoamericanos...


EL ROMANCERO, porque

“Abenamar, Abenamar

Moro de la morería

...”
marcó una buena parte de mi vida.


                Por aquel entonces, y el tiempo ya se confunde, en LA TELE, había empezado un programa de televisión con canciones muy pegadizas: “La bola de cristal”:

Fíjate en eso que brilla
encima de la camilla
sin pilas ni enchufes a la red,
puedes ver como en videocassette.

Esta bola de adivina
pone música divina
y sin plato ni amplificador
suena igual que en la televisión.

Zoom, zoom..., culombio, culombio
zoom, zoom..., y me pego un voltio,
apréndete estas palabras
son el nuevo abracadabra
zoom, zoom..., faradio, faradio
zoom, zoom..., y me importa un vatio
que tiene esta bola
que a todo el mundo le mola.

Te sientas enfrente y es como el cine
todo lo controla, es un alucine
es como un ordenador personal
es la Bola de Cristal.



                Si nos vamos a la música y siguiendo con Alaska y Dinarama, muchas fueron las canciones: Cómo pudiste hacerme esto a mí

Yo que te habría querido hasta el fin

Sé que te arrepentirás...

A quién le importa

A quién le importa

Lo que yo haga

A quién le importa

Lo que yo diga

Yo soy así

Y así seguiré

Nunca cambiaré...

                Gabinete Caligari nos cantó:

“Bécquer no era idiota

Ni Machado un ganapán

Y por los dos sabrás

Que el olvido del amor

Se cura en soledad

Se cura en soledad...

Voy camino a Soria...

                Mecano nos recordaba a Lorca con canciones como:

“Hijo de la luna

Cuenta una leyenda

Que una hembra gitana...”

E igualmente nos enseñó que la homosexualidad estaba presente:

“Mujer contra mujer”

                Los cantautores nos traían la poesía de la mano, Serrat nos puso música a Antonio Machado:

“Caminante no hay camino

Se hace camino al andar,

Golpe a golpe,

Verso a verso...”

                No podría faltar Tino Casal en este repertorio mío:

Champú oooh oooh de huevo
Champú oooh oooh de huevo
Champú oooh oooh de huevo...”

                Luego, vendría la etapa final: LA MUJER. La mujer estudió Filología Hispánica así que algo de Poesía y de Crítica Literaria hubo, pero quizá no tanta como cabría suponer. La poesía siguió más en mi vida, en mis lecturas, en mi música... La mujer fue profesora y los mejores recuerdos de la poesía en esta etapa vienen de esos momentos en que una alumna o alumno se llevan felices un libro de poesía prestado; esos versos que escriben y esas ocasiones en las que antiguas alumnas publican libros y me llaman para que se los presente. Caso, por ejemplo, de Saray Alonso que ya va por su cuarto libro poético publicado. Momentos en los que las alumnas hablan de que irán a recitales, momentos en que sacan de su mochila un libro de poesía o pasan por la Biblioteca buscando un poemario o me prestan un libro que yo no conocía. También, cómo no, por ese alumno que recita poemas en cada clase o los copia en un examen, porque sí, sin que nadie se los pida. Poetas en las aulas y alumnos que se quedan boquiabiertos. Exposiciones de haikus escritos por alumnos, caligramas... tantas y tantas actividades que recuerdan que todos llevamos un poeta dentro.




















                La mujer también fue madre y el ciclo ha vuelto a comenzar. Y la rueda gira y gira...

Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera…

Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.

En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!



Ya lo dijo Antonio Machado.



            Vamos finalizando ya este repaso de la poesía en mi vida porque el tiempo apremia, para una exposición de seis o siete minutos hay más que material diferente y suficiente. Ahora me queda hacer un buen esquema y una presentación que me permita mostrar que ciertamente la poesía ha puesto el ritmo a mi vida. Descargarme algunas canciones, incorporar algunas fotos que ilustren momentos y algún efecto que sorprenda.



Puedo demostrar ya que la poesía ha estado presente a lo largo de mi vida en manifestaciones muy distintas y que seguirá de alguna manera presente aunque sólo sea por la emoción que me producen encuentros tan reales como rincones poéticos en ciudades con Zamora. La realización del trabajo ya ha sido un despertar de emociones.









ZAMORA, AMOR entre la Z y la A.


Llegamos lloviendo, ahora llueve ahora no llueve, pero eso no nos quitó la intención de irnos a la zona de los Lobos y pedirnos dos sí y uno,
no (pinchos morunos picantes o no picantes). De ahí a los Caballeros a por las mixtas. Tan ricos los unos como las otras, riquísimos, y bien de precio. Combinación ideal. Antes de comer, todo hay que decirlo, de camino a los Lobos, nos surtimos en una librería, “La Ruta Románica zamorana” un cómic infantil y unas leyendas de la zona. También aprovechamos para ver la exposición acerca de Claudio Rodríguez en la Biblioteca Central. Y después de comer, dimos un pequeño paseo y a dormir.




Palacio de los Momos

Museo del Prado en una plaza de Zamora


            



             A la mañana siguiente, un desayuno opíparo y a la Plaza Viriato, donde está el Parador, para hacer la excursión de la Zamora románica. Con Eva, la guía. Estupenda. Amena y conocedora de su tierra. Empezamos entonces conociendo a Viriato, la bandera, la “seña bermeja” y las curiosidades de la plaza.












            Rúa de los Francos adelante, parada en la panadería para conocer los dulces artesanos de la zona (ricas ricas las miniaceitadas, pero los MOJICONES no le van a la zaga), y empezamos con la ruta románica propiamente dicha. Iglesia de la Magdalena y un largo etcétera, ya se sabe que en Zamora hay veintitrés iglesias románicas. En la de la Magdalena llama la atención, además de la puerta de entrada, el sepulcro de una mujer poderosa a juzgar por el sepulcro, ¿una Urraca? Chi sà? Ha habido tantas Urracas... y, sin embargo, que poco explotado está el nombre, y es que “ser una urraca” no gusta a nadie, aunque los brillibrilli bien que nos gustan a todos.












            De camino a la catedral, el mirador del Troncoso, el río Duero y sus puentes; y el Rincón Poético. Poemas que hablan de Zamora y de su Duero. Saludo a la Virgen del Amor Hermoso que yo bien pensé que una Virgen con ese nombre no existía. Y la catedral, con su cimborrio de estilo francés, qué cosas y pensando que era árabe Me llamaron la atención las “teles” medievales ¡mantienen el color! Y el coro, impresionante. También hay que destacar los tapices. 
















Casa del Cid Campeador






















La "tele" medieval



















            El Campo de la Verdad, el Portillo del Traidor:

Bellidos Dolfos

Hijo de Dolfos Bellidos

Que si gran traidor

Fue su padre

Mayor traidor

Fue su hijo [...]

Así lo cuenta el Romancero y cómo muere ajusticiado en el Campo de la Verdad, atado a cuatro caballos, claro que matar al pobre Sancho con su propia espada cuando estaba defecando, tiene tela la cosa.



            Ahí se acaba la visita guiada y comienza el paseo. Oficina de Turismo y ruta de Claudio Rodríguez, hay que sacudirse el polvo medieval.


            Ya para comer, rumbo a Miranda do Douro donde hay que sumergirse en el mirandés que pariente cercano del asturiano es. Comemos por allí y ya después, la estrella del viaje: un paseo por el Duero.





















            Muy relajante este crucero. No tiré moneda al agua (Dios me libre, con lo cuidado que estaba todo) pero juro que volveré, a esa zona o a otra. Una experiencia relajante. Alejados del mundanal ruido, de la ciudad, de los automóviles, abrimos bien pulmones, aire puro. Me trajo a la memoria el viaje a Noruega y por un momento me teletransporté. Navegar por el Duero no son los fiordos noruegos. Nada que ver, pero  a mí me lo trajo a la memoria. Los organizadores, muy profesionales. Nos encantó pero se nos hizo muy muy breve.



















            Después otro pequeño paseo por Miranda y de nuevo a Zamora, a la ruta modernista y a tapear.


            El domingo, cumpleaños feliz, cumpleaños feliz... y, lo primero, la exposición DIBUJANTAS, no fuera a ser que no hubiese tiempo. Ojalá la traigan a Asturias y podamos verla de nuevo. Y tras ella, sumergirnos de nuevo en el mundo medieval: el Castillo, la casa en la que vivió Rodrigo Díaz de Vivar, la iglesia donde fue armado caballero, las Aceñas de Olivares...
























































            Literatura y arte, medievalismo y siglo XX, una combinación perfecta para un cumpleaños único. Zamora no se gana en una hora. Nos han quedado muchas ganas de volver a Zamora y recorrer sus alrededores, queda Toro pendiente, Fermoselle... ¡Grande Zamora!