sábado, 31 de diciembre de 2022

MI PECULIAR SAN SILVESTRE




Nunca encuentro tiempo para correr, ni para hacer abdominales, ni siquiera para salir a caminar. Escandaloso lo sé. Hay que hacer ejercicio. El cuerpo necesita moverse, debe moverse. Sin embargo, uno solo encuentra tiempo para aquello que le gusta, le motiva, le sale de dentro. No importa lo que digan los demás, realmente, encontramos tiempo para lo que nos gusta, lo demás lo sentimos como obligaciones, imposiciones que nos saltamos con la más mínima excusa. Dicho esto ni que decir tiene que yo no he corrido una San Silvestre en mi vida. 

Y es raro que a pesar de no gustarme no lo haya hecho nunca porque yo me declaro una fan incondicional de muchas tradiciones de esta época del año: anudo una cinta roja en mi muñeca, pongo oro en la copa con la que voy a brindar, intento comerme las uvas, meto dinero en la zapatilla derecha, pongo velas de muchos colores (por la salud, el dinero, el amor, la amistad...); pero sobre todo lo que nunca dejo de hacer es seguir las tradiciones que hacía mi "güelito" en Nochevieja, alejadas bastante de todas estas consumistas que yo he ido añadiendo con los años. Mi güelito Luis según tomábamos las uvas y brindamos, abría la puerta de casa, y mira que hacía frío en Turón una noche de invierno en aquellos años, cogía el viejo calendario de la cocina y lo quemaba, así se despedía del año viejo y daba entraba al año nuevo, quemando todo lo malo. Además, para que el futuro año viniese con buen pie, tiraba tres puñados de sal. Con ello, supongo, ahuyentaba todo lo malo que pudiera ocurrirnos,  él ponía mucha ilusión y esperanza en que todo nos fuese mejor en el año nuevo. Echo mucho de menos a mi "güelito" en estas fiestas especialmente, porque él era la magia.

Igual que no corro la San Silvestre, tampoco me propongo cosas: no me planteo adelgazar el próximo año, ni apuntarme a un gimnasio, ni tener mejor humor por la mañana, ni hacer yoga, ni ahorrar, ni nada por el estilo. Sé que haré esas cosas solo si me apetecen, también sé que serán puntuales. Si lograse ahorrar lo gastaría rápidamente en un viaje, en un capricho, en una tontería más... Sin proponérmelo con el inicio del año, si no con las circunstancias del 2022, a finales de este año me he propuesto no tener tanto miedo a exponerme. Por eso, en honor a ese propósito que me hice en octubre, voy a contaros mi propia tradición para el día final del año, para un 31 de diciembre (no nos engañemos, a veces, lo hago el 30, pero lo hago desde hace muchísimos años, en silencio, solo para mí).

El día final del año yo escribo. Hago un balance de lo que ha acontecido en mi vida durante esos pasados días. Le hablo al tiempo, a lo que me da, a lo que me quita. No lo hago en un sitio concreto, ni en un sitio especial. Por eso nunca vuelvo a releerlos, porque no sé dónde están. Abro cualquier cuaderno que encuentre o me apetezca y reflexiono. Siempre he intentado que nadie los encontrase, que formarse parte de mi intimidad. No he hablado nunca de ello con nadie hasta ahora. A veces son textos breves, pero suelen ser extensos, porque aunque empiezo pensando que serán unas pocas líneas, acabo extendiéndome.

He abierto hoy el blog con la intención de escribir aquí mis reflexiones de 2022, sin embargo, la verdad, es que no me siento cómoda. Necesito el tacto del papel en blanco. Escribir en esta pantalla, golpeando las teclas, lo hace frío y distante para mí. Así que, aquí lo dejo por hoy, pues voy a ponerme a hacer mi peculiar San Silvestre: escribir en un cuaderno cómo ha sido mi 2022. 

¡¡¡Feliz 2023!!! Que la ilusión no os falte ni mucho menos la salud, pues sin ella no somos nadie.

sábado, 24 de diciembre de 2022

Felices Fiestas


Algunos somos muy afortunados porque podemos hacer de la vida una fiesta. Si este es tu caso, no desaproveches tu oportunidad de ser feliz. Disfruta de las Fiestas. 

¡Feliz Navidad!

viernes, 9 de diciembre de 2022

Totalmente de acuerdo

No podría estar más de acuerdo con el mensaje de este álbum:


con los amigos todo es magia, con los amigos se puede hacer magia. Brindo por mis amigos.

MARTÍN VIDAL, Beatriz: El truco más asombroso del mundo, Thule.