domingo, 25 de marzo de 2018

LO QUE NOS ENSEÑAN LOS HIJOS: NIÑOS RAROS


          Los hijos son una fuente de sabiduría (además de una fuente de energía que alguien dijo que deberíamos aprender a canalizar para sacarle partido). Con ellos aprendemos y reaprendemos, porque debemos volver atrás en muchas ocasiones. Lo curioso del caso es que mi hijo con tres años (será un niño raro) me presentó a mí, a un poeta.

            Un día volvió a casa del colegio y no paró de hablarme del poeta Raúl Vacas. Había estado en su colegio. Tenía que comprarle “¡ya!” dos libros suyos: Abecediario y Niños raros. (Si mi hijo me  pide libros se los compro a pesar de todas las críticas que pedagógicamente esto pueda suscitar). Esa insistencia en que había que comprarle dos libros “¡ya!”;  así como, la de que él de mayor iba a ser poeta y no iba a dejar a ningún niño sin poder hacer su pregunta, me impactó y quise, navegando, por supuesto, conocer al tal Vacas ¡ya! ¿Cómo podía haber impactado tanto a mi niño de tres años? ¡Un poeta!

            Si por algo mi hijo quería ser poeta y responder a todas las preguntas de los niños era porque no le había escuchado su pregunta, claro. Él quería saber dónde vivía un ser como ese que creaba esas fantásticas historias, que tenía una enorme bombilla para las ideas, y un semáforo, y un “alicator”, y... un montón de artilugios fascinantes más.

            En la red encontré que Vacas y que su mujer Isabel Castaño tenían una casa en Salamanca, “La Querida”, donde hacían talleres. Cual no fue mi sorpresa al descubrir que iban a realizar un taller sobre el álbum ilustrado Niños raros escrito por Raúl Vacas e ilustrado por Tomás Hijo. Como cabría esperar, llevamos a mi hijo a la casa del poeta. La experiencia, inolvidable.

            Como inolvidable es perderse en Niños raros, un álbum poético. Un álbum que al contrario de lo que suele ser habitual primero nacieron las ilustraciones y a partir de ahí llegaron los poemas. Tomás Hijo presentó a Raúl Vacas sus dibujos de “niños raros” y Raúl Vacas hizo todo un tratado de poesía.

            Si uno se limita a mirar sus ilustraciones, se queda en lo infantil, seguramente, por el colorido, la tonalidad, por la propia configuración de un niño alga o una niña búho (por cierto, en el taller también estaba la compositora Chloé Bird que musicó algunos de estos poemas, búsquenla en interné con su “Niña búho”, una delicia)... Sin embargo, la poesía es un alarde de recursos: tautogramas, versos de cabo roto, ovillejos, romances, cuaderna vía, sonetos, limericks, trabalenguas, décimas, jitanjáforas.

            Este álbum nos invita a viajar por  distintas formas poéticas pero también a recordar que todos somos, y llevamos dentro, un niño raro.
          Hablando de niños raros, el curso pasado tuvimos la oportunidad de tener a Raúl Vacas en nuestro centro, y comprendí a mi hijo. Un lujo. 
Sofía González Sánchez, lo contó en la Revista del Dpto. de Lengua
del IES Carreño Miranda, "Texedores de Lletres"; http://iescarrenomiranda.es/principal/?p=1278;
http://iescarrenomiranda.es/principal/wp-content/uploads/2017/05/revista.pdf


            La portada y la contraportada nos presentan a un burro, ¿cuál sería el niño burro? ¿Qué poema le escribirías tú?


            ¡Feliz lectura! (verbal y visual).
En Rodasviejas, Salamanca, "La Querida de Vacas y Castaño"



Tomás Hijo y Pablo

Nuestra Niña Manzana







La Niña Búho

Chloé Bird


sábado, 17 de marzo de 2018

EMOCIONADA ME QUEDÉ... YA ES REAL




¡QUÉ POCO ESCUCHAMOS!




           Desconozco el mundo interior del colegio. No sé cómo mis colegas de primaria viven la docencia, y todo aquello que desconocemos, tendemos a idealizarlo. Lo que sí conozco bien es el mundo del instituto, ese es mi terreno. En él llevo desde 1996 y decir esto me hace mayor, ¡ya son muchos años!

            Estos muchos años me permiten darme cuenta de que el instituto es, a veces, y para algunos, un medio hostil. Los profesores de secundaria no disponemos del tiempo que nos gustaría para escuchar a nuestros alumnos, sobre todo, no tenemos el tiempo que ellos necesitan para ser escuchados. Siempre vamos con prisa. Ahora tengo otra clase, una reunión, que hacer un informe, fotocopias, recibir a unos padres, mandar un tokapp advirtiendo de que hay piojos, reconducir una conducta inapropiada, corregir cuadernos, preparar la evaluación, ordenar papeles, pasar faltas, diseñar exámenes varios para múltiples Necesidades Educativas Especiales, y un largo etc... Siempre tenemos algo.

            Ellos, muchas veces, los alumnos, levantan la mano educadamente para decirnos algo y nosotros, cual conejo de Alicia, siempre llegamos tarde. Si os escucho a todos, ¿cuándo explico los verbos? Pregunto al aire y el pobre baja la mano y me deja dar mi clase, a la carrera, como siempre, a ver si logro esta vez explicar la perspectiva que es un aspecto verbal al que nunca llego.

            Cuando una madre o un padre viene a verme y me dice aquello de: “ ya le expliqué  que tiene que decirte esto o aquello, pero nunca encuentra el momento”. Yo, avengonzada, quiero que me trague la tierra y comienzo a entonar el “mea culpa”. Tengo que reconocer, en algunas ocasiones, que su hijo tiene razón y que yo siempre voy corriendo y no siempre escucho todo lo que tengo que escuchar. (¡A ver cuándo se revisan nuestras horas lectivas).

            Esto de no escuchar nos pasa a todos en mayor o menor medida. Por eso como madre, como profesora y como mujer de vez en cuando me veo en la necesidad de releer Ahora no, Bernardo/Not now, Bernard. Un álbum ilustrado de David Mckee. Un álbum ilustrado de tan solo 32 páginas que nos abre los ojos.

            Bernardo es un niño que quiere decirles a sus padres que hay un monstruo en la casa, pero los ocupadísimos progenitores no encuentran momento para escucharlo. Así que el monstruo se lo come.

            Por eso cuando nuestro hijo, nuestro alumno o nuestro marido actúa como un monstruo quizá es que uno de verdad se lo haya comido, y como no tenemos tiempo para ESCUCHAR ni para MIRAR no nos damos cuenta de cuándo se ha producido esa transformación.

            Escuchar a quienes nos rodean es importantísimo. Dedicarles un poco de nuestra atención es fundamental para que ningún monstruo los engulla.

            Creo que fue Paco Abril a quien oí decir que un libro infantil es aquel que pueden leer también los niños. Ahora no, Bernardo es un libro que pueden leer también los niños pero que debemos leer y releer con asiduidad los adultos porque es necesario aprender a ESCUCHAR y también a MIRAR a quienes nos rodean.

            ¡Feliz lectura! (verbal y visual)

domingo, 11 de marzo de 2018

dglobo: CAPERUCITA ROJA Y LA ATRACCIÓN FATAL

dglobo: CAPERUCITA ROJA Y LA ATRACCIÓN FATAL: Editorial Kalandraka             No sabría explicar por qué “Caperucita Roja” siempre ha sido mi cuento favorito, por qué el rojo es m

CAPERUCITA ROJA Y LA ATRACCIÓN FATAL

Editorial Kalandraka

            No sabría explicar por qué “Caperucita Roja” siempre ha sido mi cuento favorito, por qué el rojo es mi color. ¿Por la relación nieta-abuela? ¿Por la independencia de la niña? ¿Por su valor para adentrarse en un bosque? ¿Por la seducción que ejerce el lobo? ¿Porque no es una princesa? No lo sé, pero lo es. Por eso cuando Natalia Menéndez, poeta avilesina, trajo a nuestro grupo de trabajo ( “el álbum ilustrado como recurso educativo en secundaria”) La niña de rojo me fascinó.

            Ya conocíamos otras obras del ilustrador italiano Roberto Innocenti (de algunas quizás hablemos en otra ocasión porque su trabajo lo merece), pero ésta fue para mí, impactante. “Caperucita Roja” había pasado a ser La niña de rojo con su habitual estilo hiperrealista.

            Este libro escrito por Aaron Frisch nos recuerda que el pasado siempre se hace presente, y que la vieja historia que Perroult contó en el siglo XVII y los Hermanos Grimm en el XIX es presente y real en el siglo XXI. Las buenas historias son atemporales y configuran el corpus de la Literatura Universal.

            El bosque de antaño es hoy nuestra gran ciudad. “Un bosque de cemento y ladrillos” como reza en el álbum. A doble página podemos ver la fachada del edificio en el que vive nuestra niña de rojo, Sofía. Toda una jungla, toda una serie de especímenes, de animales enjaulados llamados hombres. Sofía debe atravesar la ciudad (el bosque) para ir a visitar a su abuelita que está malita. Nada parece haber cambiado pero las ilustraciones nos enseñan que todo ha cambiado. Este trayecto de Sofía es todo un viaje pedagógico, lecciones para la vida, para caminar por un bosque, “al corazón del bosque, lo llaman “selva””. Sofía con su mochila también encuentra tentaciones, ya no se para a recoger flores, pero se para, es una niña a fin de cuentas.

            No falta en esta actualización el “¡qué dientes más largos tienes!”. Es que en esta recreación no se han olvidado ni tan siquiera de jugar con el doble final, el de Perroult, a la niña la devora el lobo, aquí solo se sugiere, se deja sospechar;  y el dulcificado final de los Hermanos Grimm, el lobo es el cazador cazado.

            Este libro-álbum, insisto, demuestra por qué una obra pasa a la historia, porque es atemporal. Las niñas siempre tienen un bosque terrible que atravesar. ¿Es lamentable que siempre deban ser las niñas las que vivan grandes peligros con lobos malvados o, simplemente, es una realidad la valentía de las mujeres para enfrentarse a su destino ayer, hoy y siempre?

            Con tantas mujeres y niños desaparecidos es un buen momento para llevarlo a las aulas. Siempre hay peligros acechando, hay que estar atentos.

            No se pierdan este álbum, les impactará. Roberto Innocenti, impacta. Caperucita Roja impactó, impacta e impactará siempre.
            ¡Feliz lectura! (verbal y visual)         



La revista Babar, por supuesto, le ha dedicado al menos un artículo, este es el enlace:  http://revistababar.com/wp/la-nina-de-rojo/            

sábado, 3 de marzo de 2018

Pincelabras: ¿Tienes un segundo?

Pincelabras: ¿Tienes un segundo?: MINHOS, Isabel y CARVALHO, Bernardo: El mundo en un segundo, Oxfam Editorial                   

Cuando alguien, o nosotros mismos, que...